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340 RAUL FORNET BETANCOURT vida nueva habitada por la gracia del amor redentor. Con esto, nos parece, llegamos al verdadero núcleo de la doctrina de Caso. Pues de lo que realmente se trata, es de que el hombreacepte morir a sí mismo, que renuncie a su propiavida en cuanto vida regida por la egoísta voluntad de poder y acceda, por la intuición del bien, a ese orden nuevo que es la caridad para reorientar desde ella la existencia toda. El hombre debe, por tanto, convertir su voluntad en voluntad para el bien o, lo que es lo mismo, en voluntad de caridad. Esta transformación de la voluntad, repetimos, es lo verdaderamente esen cial, pues aquí acontece la muerte del individuo como centro de poder, como voluntad que quiere para sí y sólo para sí. El hombre renace desde la caridad y se rehace desdeella como energía redentora que se despliega para rehacer la existencia toda desde el amor. Resumiendo, podemos decir, pues, que la voluntad de caridad, en tendida como síntesis del movimiento interior de la existencia carita tiva, es expresión de la interiorización de ese don sobrenatural que es el amor como el verdadero fondo de la existencia humana. Existir de verdad y para la verdad no puede significar por tanto otra cosa que amar. En nombre de la plenitud de la existencia humana se impo ne la caridad como su verdadera forma de existir. La caridad es la forma en la que la existencia humana se re-forma y alcanza la ple nitud de lo humano. 4. Observación final La breve exposición que hemos hecho de la obra fundamental de Caso, ha dejado ver con toda claridad que el rasgo fundamental de su filosofar tiene que ser remontado a la experiencia del amor como fuerza redentora de la existencia. Es esta experiencia, y no otra, la que origina y encauza su filosofar. Por ello no creemos equivocarnos proponiendo que el subtítulo del apartado tercero de este artículo, «Filosofía y cari dad», se lea sustituyendo la «y» por un signo de equivalencia. Para Caso, en efecto, la filosofía debe ser caridad. Filosofar, para él, es un acto de caridad, un servicio, una acción amorosa. «La filosofía es im posible sin la caridad» 18, nos dice. Para filosofar, pues, hay que ser caritativo, hay que amar. El amor es fuente posibilitadora y criterio de la reflexión filosófica. Pues sin amor no hay comprensión ni verdad. 18. Ibid., 78.
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