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ANTONIO CASO O EL EJERCICIO DE LA. 339 entrega y de servicio al otro. Ser moral es crear bondad, es prodigarse en actos bondadosos sacados de nosotros mismos. En este sentido la existencia caritativa o moral no es pasiva como la artística, sino que es esencialmente activa. Es la acción del bien o el bien mismo en acción. En este aspecto de la vida moral como creación y actividad se apoya Caso para refutar la crítica de Nietzsche a la caridad cristiana como una «virtud» de enfermos y de débiles. Para prodigarse en actos de amor, para salir de sí mismo y darse al otro sin sospechas ni reservas, es necesario que el alma haya renunciado a su bienestar egoísta, que haya roto las cadenas de su yo y se haya abierto a la gracia sobrenatural que la potencia para vivir desviviéndose por los demás y sin miedo de perderse o agotarse. Pero esto no es debilidad. Por el contrario, el alma caritativa hace gala de la fuerza más firme y más pura que puede cobijar el corazón humano: la fortaleza del bien en el que ella se hace firme reafirmándolo con sus actos de bondad. El alma caritativa es fuerte porque tiene la firmeza del bien; y su vida rezuma la fortaleza del alma que ha vencido al mundo del egoís­ mo. Lejos, pues, de reflejar debilidad, la caridad es expresión de una vida personal fuerte que no hace transacciones con los impulsos egoís­ tas de la vida. Más aún, la caridad es una explosión de fuerza, una energía incontenible que invade al alma y la hace prodigarse en actos de bondad. Por esto afirma Caso: «El cristiano no es una apología de la debilidad, como lo creen algunos contemporáneos, sino de la fuerza más pura, de la energía que se opone al mal, sin usar de sus medios para vencerlo» 17. A la luz de lo anterior se ve que para Caso la caridad no sola­ mente es acción, es decir, acción sin más, sino que es acción heroica. El hombre caritativo es el héroe del bien; el hombre que, no cono­ ciendo compromisos con el egoísmo, se entrega de lleno a la tarea de transformar la existencia toda en vida moral para que cada alma humana sea el espejo de la nueva creación. El heroísmo del bien, porque esto es la caridad, es la acción del hombre potenciada por la gracia divina; la acción del hombre que colabora con Dios y que por eso mismo puede emprender la empresa de luchar contra el mal a tiempo y a destiempo. Dicho en otros términos, la caridad es el he­ roísmo de la voluntad de caridad; el heroísmo de matarnos a nosotros mismos en cuanto centros de voluntad de poder para renacer a una 17 . Ibid., 63 .

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