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ANTONIO CASO O EL EJERCICIO DE LA. 337 hablado del arte en el sentido de una primera liberación del hombre. O sea que el arte no es la liberación definitiva y plenaria del hom­ bre. El arte, es cierto, nos libera del yugo de la existencia como eco­ nomía; rompe su círculo y nos hace libres para que veamos las cosas como son y las disfrutemos sin el peso de un fin determinado. En la intuición estética, además, realizamos la empatia y experimentamos la identificación del sujeto y el objeto. Pero esto, que es mucho, no basta, sin embargo, para obtener una victoria definitiva frente a la vida. Para ello es necesario una nueva intuición; una intuición de nuevo cuño que sea capaz de transformar la vida desde su raíz o, quizá más exac­ tamente, que represente el inicio de una vida nueva, de otra vida. Esta intuición no puede ser otra que la intuición de la caridad; la intuición que nos impulsa a la realización de la existencia como caridad. Pero, ¿qué significa realizar la existencia como caridad? Caso nos da una respuesta clara a esta pregunta: realizar la existencia como caridad es transformarla en una vida que vive y se desvive por el bien; es fundar otra vida, la vida moral. La existencia como caridad señala entonces una radical novedad; una novedad cuya aparición en el seno de la existencia constituye un verdadero misterio. Nada hay en la vida que baste para explicarla. Es un orden distinto e irreduc­ tible. Aquí no reina la ley del provecho ni el imperativo de la voluntad egoísta que quiere el mundo para sí, sino que el alma humana, intu­ yendo el bien, se transporta a una nueva esfera donde se transforma a sí misma y donde el mundo todo es sentido como objeto de la bon­ dad y de la caridad. En este orden, pues, el alma no pide ni desea, no quiere ni apetece para sí. Su existencia marca un ritmo completa­ mente distinto e inédito en el ámbito de la vida: su ritmo de existen­ cia es el dar, el entregarse, el estar al tanto del otro para aliviar su dolor. Con la intención de subrayar esta novedad radical de la caridad y su consiguiente aspecto de inversión total de la ley imperante en la vida natural, recoge Caso el movimiento general de esta nueva forma de existencia en una fórmula cuyos términos dejan ver ya el cambio de órbita en relación con el orden de la existencia como economía. Por su concisión y claridad reproducimos la formulación de Caso: «La ecua­ ción del bien se enunciaría diciendo: Sacrificio = máximum de esfuerzo con mínimum de provecho» 16. 16 . Ibid., 61 .

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