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336 RAUL FORNET BETANCOURT obliga a ver las cosas y seres del mundo desde la perspectiva exclusi­ va del provecho individual. Lo que equivale a decir que el hombre egoísta carece de un acceso directo a la realidad de las cosas, y las desconoce en su ser propio. Pues bien; este círculo del egoísmo vital se rompe con el arte y por eso el hombre se abre con él al mundo, más no para someterlo a su poderío, sino para comprenderlo desde den­ tro y disfrutar de su familiaridad. La idea anterior la expresa Caso en estos términos: «En el arte se rompe el círculo del interés vital; y, como consecuencia inmediata, el alma, desligada de su cárcel biológica, refleja el mundo que se ocul­ taba a su egoísmo. Porque era egoísta no conocía, porque pensaba en sí misma, porque quería para sus propios designios cuanto existe, lo ignoraba todo. Ahora ha cesado de querer, por eso principia a conocer lo que la rodea y tiene otros bienes» 14. Sin detenernos ahora en analizar la influencia de Bergson y Scho- penhauer en la concepción del arte que Caso nos propone aquí, seña­ lemos que el arte, en cuanto forma ejemplar de la existencia desinte­ resada, además de marcar el principio del conocimiento, lleva a cabo una especie de reconciliación entre el hombre y el mundo. Recorde­ mos que el hombre que realizaba su existencia bajo la ley del interés y del cálculo económico de su provecho individual, era un hombre que combatía y luchaba por apropiarse el mundo todo. De esta suerte vivía en guerra con el mundo y lo maltrataba al antojo de sus capri­ chos o necesidades. Muy otra es la actitud del hombre que, llevándose por encima del interés, se abre al mundo para contemplarlo en su ser. Aquí hace el hombre la experiencia de su unidad con los seres que pueblan el mundo. Se siente también mundo, descubre la seme­ janza de todo y ve todas las cosas armoniosamente hermanadas. «Tal es la victoria del alma sobre la vida, la victoria estética, el principio de la vida superior humana, la existencia como desinterés» 15. Según Caso, pues, el arte constituye la primera victoria del hombre sobre el universo del interés y del egoísmo. Por el arte el hombre comienza a comprender el mundo y a reconciliarse con él. Es, en resu­ men, una primera liberación del hombre. Con todo, sin embargo, el arte no representa una victoria definitiva frente al ímpetu egoísta de la vida. Su victoria es más bien provisional y frágil. Por ello hemos 14 . Ibid., 55. 15 . I b i d 56.

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