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334 RAUL FORNET BETANCOURT Si nos fijamos con atención en la cita aducida, veremos que ella contiene una confirmación adicional de la interpretación propuesta por nosotros. El hecho de que Caso mencione el derecho, la justicia y el amor como correctivos de la vida pura, de la libertad pura y del poder, evidencia que está contraponiendo dos maneras de concebir al hombre. O sea que no está confundiendo planos, sino que diferencia el plano humano reducido a lo biológico de aquel otro en el que el hombre busca la perfección de su esencia y corrige, si se nos permite la expresión, la dirección de su constitución biológica. Por lo demás, conviene no olvidar que para Caso lo biológico en el hombre es siempre mucho más que algo biológico, puesto que está integrado en la totalidad humana siendo justamente en ella donde recibe su significado último. En el fondo, pues, el interés de Caso se cifra aquí en el rechazo del principio biológico como modelo de comportamiento para el hom bre. Este principio que rige con violencia el universo de la vida, esto es, de la existencia como economía, y que se expresa en la ecuación: «vida = máximum de provecho con mínimum de esfuerzo» 13, repugna a la verdadera esencia humana, cuyo centro es el amor o la capacidad de sacrificio y entrega. La vida o existencia económica, precisamente porque está regida por el interés y el egoísmo, busca sólo su provecho; busca aumentar su potencia con el menor desgaste posible. Este prin cipio, como veremos luego, es diametralmente opuesto a la dinámica que despliega la existencia como caridad cuyo motor es el sacrificio. Provecho contra sacrificio, tal es, en resumen, lo que contrapone Caso aquí, entendiendo a ambos como posibles formas de conducta huma na. Que él privilegia el momento del sacirficio y que lo toma como hilo conductor de su explicación de la vida económica, muestra la pre sencia de la experiencia de la caridad como núcleo auténtico de lo humano. Por esta razón, repetimos, más que confusión de planos, lo que encontramos en Caso es un rechazo abierto de todo intento de reducir lo humano a lo biológico o, si se prefiere, de transferir las leyes de la vida al orden humano. Y no es que pretenga negar o menguar la importancia de la constitución orgánica del hombre. Esta es condición básica de lo humano, pero no su causa ni su expresión última. El hombre excede su forma biológica, y la excede de tal forma que puede orientar su misma demasía vital hacia fines nuevos, diver- 13 . Ibid., 51 .
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