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ANTONIO CASO O EL EJERCICIO DE LA. 331 también como la categoría ya presente desde el comienzo que permite explicar y valorar la existencia en sus estadios de la economía y del desinterés. Hemos querido subrayar este aspecto porque nos permite respon­ der a una objeción que se suele hacer a veces a la obra de Caso. Nos referimos, naturalmente, a la objeción de que Caso juzga toda la existencia desde un esquema antropomórfico en que se confunden los distintos planos de la realidad. A la luz de nuestra explicación sobre el lugar que ocupa la experiencia de la caridad en la labor filo­ sófica de Caso, creemos que esta objeción pierde gran parte de su fuerza. Pues no es que Caso confunda los órdenes de la existencia y proyecte cualidades exclusivamente humanas a planos que nada tienen que ver con lo humano. Se trata más bien de que el pensador mexi­ cano piensa la existencia toda preguntándose no sólo por su consisten­ cia o constitución propia, sino que la interroga también en su valor para el hombre. Guiado por esta idea se preocupa, pues, por alumbrar la existencia en vistas a la realización de la humanidad del hombre. Y puesto que para él la categoría fundamental de dicha empresa es justo la caridad, siente que es ella también la que tiene que fundar y encauzar todo el proceso explicativo de la existencia, pero no para confundir sus planos, sino para distinguirlos significativamente según las exigencias de la realización plenaria del hombre. Por lo demás, conviene tener en cuenta desde ya que para Caso la caridad no hace violencia alguna al orden de la existencia humana. Desde su perspec­ tiva hay que decir más bien que la caridad constituye la condición humana en su verdadera y auténtica realidad. Pero sigamos la expli­ cación de Caso en sus distintos pasos. Como nos indica ya el título de su obra fundamental el pensador mexicano comienza analizando aquel sector de la existencia en el que ésta se vive como economía. Tal es, para Caso, el ámbito vital, la vida sin más. Aquí todo está orientado o regido por el ímpetu de la reproducción y del acaparamiento. La vida en cuanto tal es un fenó­ meno que se despliega en el sentido de una fuerza sorda e implacable de asimilación. Asimilar lo otro para perseverar en el propio ser, ésta parece ser la ley oculta que palpita en la fuerza inmanente de asimila­ ción de la vida. De suyo, esto es, como forma biológica, la vida persi­ gue el fin económico de su propia conservación. Por eso afirma Caso: «La forma es reforma constante, que obedece en lo viviente, a la acción de un nuevo principio dinámico, la necesidad de expansión, de

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