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296 JESUS LUZARRAGA En su modo de purificar al hombre, y sobre todo al llamado, Jesús se presenta como un buen pedagogo. El llama, pero acepta momentos imperfectos en la adhesión a El y no desdeña motivos meramente humanos al comienzo de su seguimiento; no se opone a que los dis­ cípulos proyecten en El los fantasmas de sus propios yos y de sus idealizaciones mesiánicas; si Jesús no hubiera permitido esto, nunca les hubiera podido abrir a su verdadera realidad, porque nunca le hu­ bieran seguido. Pero una vez que van tras El, con sus palabras y con sus gestos los irá despertando y abriendo a la nueva realidad mesiá- nica, que es El mismo. Un primer modo de purificar que tiene Jesús para vencer las resis­ tencias que se oponen a la vocación, es a base de sus señales. De este modo ya Dios había vencido la inicial resistencia de Moisés (Ex 4, 1-9) y por medio de la presencia de unos signos también Aarón quedó con­ firmado en su sacerdocio (Nm 16; 17, 16-26). La presencia de una señal de conocimiento extraordinario fue lo que purificó a Natanael de sus prejuicios para seguir a Jesús (Jn 1, 45-50) y la presencia de un signo fue también lo que decidió la fe y confianza inicial plena de los discípulos de Jesús (Jn 2, 11). Unas circunstancias concretas de la vida pueden constituir estas señales, en las que el llamado descubre una presencia especial de Dios (cf. Je 6, 36-40). Cuando la persona se sienta ya arrancada del mal para ir tras Jesús y en este mismo proceso del seguimiento tienen particular importancia las promesas de Dios. Por medio de promesas atrajo Dios a Abraham en su primer seguimiento (Gn 12, lss) y también a Moisés (Ex 3, 7- 12) y a Jeremías (Jn 1, 8), aunque más adelante, en un proceso ulte­ rior de purificación, exigirá el Señor deshacerse de todo lo que de sen­ sible o egoísta pueda quedar en el seguimiento, para que el hombre se aferre solamente a su Persona y a la promesa de su continua Presencia (Gn 22, 1lss Ex 17, 7; 33, 14s Jr 15, 19ss cp. Jn 6, 68s Mt 28, 20b). Jesús con sus promesas atrae a los primeros discípulos; unas promesas que tienen por objeto tanto la contemplación como la misión: Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre (Jn 1, 51); venid detrás de Mí y Yo os haré pescadores de hombres (Me 1, 17). Estas promesas pueden implicar siempre el peligro de un egoísmo en el seguimiento de Jesús. En él cayeron los primeros discípulos y de esta postura Jesús intentará purificarles continuamente a lo largo de su vida, hasta incluso después de su Ascensión. Trata de purificarles

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