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LA EXPERIENCIA RELIGIOSA DE SAN FRANCISCO Y. 281 extraño y por encima de él» 20. Es indudable que para M. Oromí el ejemplarismo es el gozne en torno al cual gira todo el sitema meta- físico de San Buenaventura. Con esto creemos haber hecho una breve, pero enérgica refutación de la postura de Van Steenberghen. Podemos ahora constatar que O. González, en aquiescencia con Oromí, juzga que existe una irreconciliable oposición entre San Buenaventura y San­ to Tomás. La raíz última la halla en que para San Buenaventura «afir­ mar la sustantividad y autonomía de las cosas es un peligro de robar la gloria de ser a quien sólo de verdad es, Dios. Para éste (Santo To­ más) reconocerles el valor y consistencia propios es glorificar la efica­ cia comunicante de su causa»21. Estas densas frases pudieran servir de resumen a lo dicho por M. Oromí. En todo caso, y sin querer tomar parte en la discordia Gilson-Steenberghen, el profesor de Salamanca se alinea con el primero por este doble motivo: por dar un gran valor filosófico a la magnífica concepción ejemplarista. Y por percibir en la experiencia religiosa de San Francisco la inspiración, no única pero sí decisiva, del pensar bonaventuriano. La tercera actitud con la que se enfrenta O. González es la de J. Ratzinger quien, en su estudio sobre la teología de la historia pre­ sentado como tesis doctoral en la universidad de Munich, aborda con detenimiento el influjo de San Francisco en San Buenaventura22. En la presentación que hicimos en 1961 fuimos algo severos con el estu­ dio de J. Ratzinger, al calificarlo de «enorme exageración». Por hones­ tidad intelectual, si bien con sumo respeto al hoy Cardenal de la Igle­ sia, copiamos lo que entonces escribimos: «Hace unas décadas no más protestaba E. Gilson de la opinión de que al hombre medieval le faltase el sentido de la historia. Que si en ocasiones ello parecía verdad, se debía a que el investigador del siglo xx buscaba en el sabio del xm una historia que a éste no le preocupaba. Pero ciertamente tenía la suya. Lo que sin duda no previo el ilustre medievalista es que a la vuelta de unos años se llegara a sostener que la visión teológica de San Buenaventura tuviera su cimiento en la escatología, que su piedra 20. M. O rom í, en Introducción a Obras de San Buenaventura (ed. B.A.C.), Madrid 1947, t. III, 4. (Citamos ya este texto en Hacia una in te rp re tac ió n 319). 21. Misterio trinitario..., 542. 22. J. R a tz in g e r, Die Gescbicbtstbeologie des heiligen Bonaventura, München u. Zü- rich 1959.

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