PS_NyG_1984v031n002p0275_0284

LA EXPERIENCIA RELIGIOSA DE SAN FRANCISCO Y. 277 al supuesto aristotelismo-agustinismo de San Buenaventura»7. Desde el influjo de la experiencia religiosa esta opinión no ha podido inte­ resar a O. González por la sencilla razón de que Van Steenberghen casi la desconoce. Pero, por nuestra parte, no podemos silenciar la sinrazón de este desconocimiento, como luego veremos. Las otras dos entran de lleno en la perspectiva de O. González: la del gran histo­ riador de la filosofía medieval, Etienne Gilson y la del hoy Cardenal, Joseph Ratzinger. De estas dos y de la de Van Steenberghen tene­ mos que dar breve relación, para tomar conciencia de la importancia histórica que ha tenido la experiencia religiosa de San Francisco en el pensamiento cristiano a través de San Buenaventura, según lo ha visto O. González. Del influjo de la experiencia religiosa de San Francisco en San Buenaventura el profesor de Salamanca ha visto que E. Gilson ha subrayado dos aspectos: la ascensión mística y el simbolismo univer­ sal. Estos dos aspectos forman la trama del llamado por E. Gilson: «problema bonaventuriano». Consiste este problema en aunar el deli­ cado misticismo del alma de San Francisco con las exigencias del saber, representado en aquel momento por la filosofía aristotélica. Como prin­ cipio inconcuso E. Gilson afirma: «Lo que San Francisco sólo había sentido y vivido, San Buenaventura lo iba a pensar». De tal suerte fue así que gracias al poder organizador del genio de éste, las efusiones interiores del Poverello se desarrollan en conceptos; las intuiciones del doctor franciscano hacen fermentar la masa de ideas filosóficas del ambiente, eliminando unas, asimilando otras y alimentándose tanto de Aristóteles como de San Agustín según las exigencias de su espíritu, impregnado de la experiencia de su santo Fundador8. Toda la filosofía de San Buenaventura, confiesa el egregio historiador, está matizada por la experiencia de la espiritualidad franciscana, como él mismo confiesa al principio y al fin de la obra que encierra la suma de sus intuiciones más profundas, su Itinerarium mentís in Deum9. Es manifiesto, por otra parte, sigue exponiendo E. Gilson, que San Buenaventura no quiere otro ideal que el del Evangelio y de San Francisco. Su alma parece loca de deseos cuando persigue por todos losmedios el éxtasis a imitación de su bienaventurado Padre... He aquíel verdadero tér- 7. Misterio trinitaria..., 74. 8. E. G ilso n , La filosofía de San Buenaventura, Buenos Aires 1948, 73. 9. O. c., 79.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz