PS_NyG_1984v031n002p0251_0274

LA REDACCION LUCANA DEL PADRENUESTRO 265 venida (17, 20; 22, 18) se espera (23, 51) y se suplica (11, 2), en la convicción de que será visto (9, 27; 13, 28), pues se manifestará (19, 11), siendo su preferida imagen la del futuro banquete mesiánico (13, 29; 14, 15-24; 22, 16. 18), en el que participarán quienes hayan entrado (13, 29; 18, 17. 24-25; cf. Act 14, 22)... Sobre esa plenitud final del ya inaugurado Reinado de Dios, objeto tanto de la evangelización de Felipe (Act 8, 12) como de la predica­ ción (Act 19, 8; 20, 25; 28, 31) y testimonio (Act 28, 23) de Pablo, había hablado «durante 40 días» a los apóstoles el Señor resucitado (Act 1, 3 ) 28. El, en efecto, es su principal agente. Constituido median­ te la resurrección y exaltación a la diestra de Dios en su plena dig­ nidad regio-mesiánica (Act 2, 32-36; cf. Le 19, 12) de único «Señor y Mesías» (Act 2, 36), único «Jefe y Salvador» (Act 5, 31), desde su paradisíaco reino (cf. Le 23, 42s) ejerce su preanunciado «reinado eterno» (cf. Le 1, 33), continuando la implantación del Reinado de D io s29 mediante el mismo Espíritu (cf. Act 1, 3-6-8), con que lo inauguró (cf. supra): enviando «el Espíritu Santo prometido» (Act 2, 33) o «la promesa del Padre» (Le 24, 49; Act 1, 4), como cumpli­ miento de «la promesa hecha a los padres» de Israel (Act 13, 33) sobre el don de «la tierra» (Act 7, 5-7), lugar geográfico-salvífico del Reinado de Dios sobre su Pueblo (cf. Ex 19, 4-6; Jces 8, 23; 1 Sam 8, 7; 12, 12). En la concepción histórico-salvífica de Lucas, el don de «la tierra» prefiguraba, por tanto, «la promesa» del Espíritu San­ to (Act 2, 38b-39), don por excelencia del Padre (cf. Le 11, 13), en­ viado por el Señor glorificado y Rey celeste para implantar en el mundo, mediante la predicación o anuncio de sus «testigos desde Jerusalén... hasta el confín de la tierra» (Act 1, 8), el Reinado de Dios. Este viene sobre ( eph’hymas ) quienes (Le 10, 9; 11, 20) viene ( eptihymás) el Espíritu Santo (Le 24, 49a; Act 1, 8): Sobre cuantos, convertidos a la fe en Jesús como único Salvador y bautizados en su Nombre, les es otorgado el perdón de los pecados (Act 2, 38; 3, 18s; 5, 31; 10, 43; 13, 38s) mediante el don del Espíritu (cf. 2, 38; 5, 31s; 10, 43s), quien así actualiza en ellos «la promesa» de «la tierra», hecha por Dios «a los padres» de Israel (cf. supra). Como en «el tiempo de Israel» reinó Dios sobre cuantos, libertados de sus enemigos, recibieron el don 28. Así con A. G e o rg e , o . c ., 290; Cf. también: G . S tá h lin , Die Apostel- geschichte (NTD, 5), Gottingen 1962, 15; C. S. C. W illia m s , A commentary on the Acts of the Apostles, London 1964, 55. 29. Así con R. S ch n ack en b u rg , o . c ., 186 (trad. españ., 245).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz