PS_NyG_1984v031n001p0113_0179

MARX Y JESUS 121 imaginado por el real. He aquí el ejemplo perfecto de una operación patológica. La teología es intrínsecamente patológica. Ella no es sino una antropología imaginada: «la teología no es más que una patología, antropología y psicología esotérica, que se oculta a sí misma y que, por lo tanto, la antropología real, la patología real y la psicología real, merecen mucho más el nombre de teología que la teología misma pues ésta no es otra que una antropología imaginada» 24. Uno de los atributos principales de Dios, según la teología, es la providencia. Que Dios es providente significa que Dios cuida de sus criaturas. Traducido ésto a un lenguaje antropológico habría que afir­ mar mejor que con la idea de la providencia el hombre se convence del valor infinito de su existencia: «la creencia en la providencia es la creencia en el valor propio... el amor de Dios por mí no es más que el amor de mí mismo divinizado... La creencia en Dios no es más que la creencia en la dignidad humana, la creencia en la significación divina de la esencia humana» 25. No es Dios quien ha creado al hombre sino el hombre que ha creado a Dios. El Dios personal y creador no es sino el hombre perso­ nal y creador. La personalidad de Dios es, en realidad, la personalidad del hombre liberada de todas las determinaciones y límites de la natu­ raleza. Con la creencia en la creación lo que se afirma es la radical dife­ rencia entre el hombre y la naturaleza. La creación es la autoconfirma- ción del hombre de que es superior a la naturaleza. «E l creador del mundo es, pues, el hombre que, mediante la demostración o la con­ ciencia de que el mundo ha sido creado, de que es obra de la voluntad, es decir, que es dependiente, impotente y nulo, se da la certeza de su propia importancia, verdad e infinidad. La nada a partir de la cual ha sido producido el mundo es su propia n a d a »26. Lo primero no es, entonces, la creación consciente y voluntaria del hombre por parte de Dios a su imagen y semejanza, sino la creación inconsciente e involun­ taria de Dios por el hombre a su imagen. Dios le paga al hombre con la misma moneda: lo crea a su imagen. La teología está en su razón al afirmar que la revelación de Dios avanza paralelamente a la revelación del género humano ya que la revelación de Dios no es sino el autodespliegue de la esencia humana. 24. Id., o . c.t 133-134. 25. Id., o . r., 148. 26. Id., o . c., 151.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz