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120 ALFONSO GUERRERO es la facultad del pensamiento realizada, plena, exhaustiva... Dios es lo que el entendimiento piensa como más elevado» 19. El hombre pro­ yecta sobre Dios su esencia. Proyecta su pensamiento y proyecta tam­ bién sus sentimientos. La prueba máxima de que el hombre proyecta sobre Dios sus sentimientos es la encarnación, el misterio del Dios hecho hombre en Jesús de Nazareth. Afirma Feuerbach: «La encarnación fue una lágrima de la compasión divina, la manifestación de un ser que tenía sentimientos humanos, por lo tanto, de un ser esencialmente hu­ mano» 20. Dios hecho hombre es, en realidad, el hombre hecho Dios. La encarnación, más que descubrir el misterio de Dios, lo que descubre es el misterio del hombre: «el Dios hecho hombre es solo la manifes­ tación del hombre hecho Dios; pues el descenso de Dios hacia el hombre es necesariamente previo a la elevación del hombre hacia D io s»21. La encarnación es un acto de amor de Dios hacia el hombre, amor que es el fundamento y el centro de la religión. Y es precisa­ mente este Dios-Amor quien prueba que la esencia humana es el con­ tenido de la esencia divina. El amor de Dios por el hombre no es más que el amor del hombre hacia sí mismo, objetivado y contemplado como verdad suprema. La afirmación «Dios ama a los hombres» signi­ fica solamente que lo más sublime es el amor al hombre: «En Dios contemplo mi propia esencia, me convierto en algo valioso gracias a Dios» 22. ¿Y qué decir del misterio de la trinidad? Feuerbach responde di­ ciendo que este misterio no es sino la contrapartida del sentimiento de soledad y vaciedad del hombre. El hombre vacío y solitario inventa una trinidad plena y comunitaria. El hombre sin amor crea una comu­ nidad de amor. «El vaciamiento del mundo real y el enriquecimiento de la divinidad es uno y el mismo acto. Sólo el hombre pobre tiene un Dios rico. Dios surge del sentimiento de una carencia, lo que el hombre echa de menos, bien sea algo determinado y, por lo tanto, consciente, bien sea inconsciente, esto es Dios» 23. La teología convierte lo real en imaginario y lo imaginario en real. El místico, especialmente, cambia el objeto real por el imaginado y el 19. Id., o . c ., 83-85. 20. Id., o . c ., 97. 21. I d ., o . c ., 97. 22. Id., o . c .} 103. 23. I d ., o . c ., 119.

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