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MARX Y JE SU S 177 ñas, sobre todo si hay un solo sistema religioso común a las clases subalternas, distinto y opuesto al sistema religioso (o a los sistemas religiosos) de las clases dominantes»167. A nivel del grado de movilización de clase: «puede una religión funcionar como canal de movilización de las clases subalternas contra la dominación, sobre todo si existen conflictos declarados entre un sis tema religioso común a las clases subalternas y un otro exclusivo de las dominantes» 168. Las clases subalternas difícilmente serán agentes de un proceso liberador si no transforman también su visión religiosa del mundo. Constituya o no el campo religioso la principal institución reproductora de las relaciones sociales, las clases dominantes. Las mutaciones inter nas de la esfera religiosa favorecen o desfavorecen la estrategia de liberación. En resumen, el campo religioso es, a la vez, reflejo activo de los conflictos sociales, posee relativa autonomía y es capaz de incidir en las transformaciones sociales. 4. Observaciones críticas Es indudable que Otto Maduro aporta, desde el punto de vista sociológico, valiosos elementos para una mejor comprensión del fenó meno religioso tanto en lo referente a su especificidad como en lo referente a su relatividad a lo económico. Sin embargo, debemos añadir también que el planteo de Maduro y Bourdieu adolece de todas las ambigüedades derivadas de la aplica ción de categorías económicas a realidades no económicas. Todas las instancias sociales —familia, escuela, medios de comunicación, etc.— están atravesadas por relaciones de dominación específicas. Tal vez lo que subyace en un planteo de esta índole es una concepción economi- cista y descendente del poder que debe ser superada 169. 167. Id., o . c .} 194. 168. Ibid. 169. A este respecto puede sernos de mucha utilidad la propuesta de Michel F oucault en Microfísica del Poder, Madrid 1978. 12
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