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MARX Y JE SU S 161 — Interpretación dualista — Interpretación dialéctica — Divergencias en cuanto a estrategia revolucionaria. La polémica incluye dos fases: una defensiva y otra misionera. La defensiva es esencialmente intraeclesiástica. En ella el cristianismo está polarizado por completo por su propia vida, por la comunidad de los practicantes. Su centro y su símbolo es la estructura parroquial. La comunidad cristiana constituye una isla bien protegida que prolonga la antigua cristiandad. En la perspectiva misionera la Iglesia descubre que la incredulidad está a sus puertas, que es maciza e invasora; se descubre también enviada a todos los hombres y no sólo al pequeño rebaño de practicantes. El diálogo se preocupa predominantemente del marxismo en cuanto ateísmo: «La secularización, el descubrimiento de la consistencia propia de los valores profanos, les impone a los cristianos la obligación de modificar profundamente su actitud frente al ateísmo, cuyo fundamento es de ordinario la afirmación de estos valores. En este punto una re­ interpretación humanista del cristianismo que se aleja de la tradición teocrática constantiniana, roza con una interpretación humanista del marxismo, que se aleja del objetivismo staliniano y se inspira amplia­ mente en las obras de juventud de Marx. Se pasa entonces en grandes sectores de la Iglesia 'del anatema al diálogo’. El Concilio Vaticano II y el XX Congreso del PCUS parecen haberle dado un carácter oficial a este giro»137. En la perspectiva dialógica ya no se ve al marxismo como enemigo sino como interlocutor con el que se comparten muchas opciones en una relación de reciprocidad. Sin embargo, este diálogo no rebasa la mayoría de las veces la perspectiva religiosa y pastoral y el punto de vista político no ocupa el centro de las preocupaciones. Se dialoga con el marxista como se dialoga con cualquier otro ateo aunque ese ateo sea fascista. Es el compromiso revolucionario el que señala el giro que los cris­ tianos han dado frente al marxismo. Se produce un acercamiento al marxismo por motivos políticos. El marxismo aquí no es tanto un ateísmo como una teoría de la revolución. Ya no se trata de enfrentar el cristianismo con el marxismo de los otros sino de enfrentar el propio marxismo con el propio cristianismo. t37. Id., o . c ., 18. 11

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