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MARX Y- JESUS 159 siendo una fuerza de choque contra 'los defensores autoritarios de convicciones ya muertas’. Verdaderamente la imagen sinóptica de Jesús ha constituido siempre una protesta contra el poder establecido, en la Iglesia y en la sociedad; pero su fuerza de movilización en la historia del cristianismo no se deriva únicamente del recuerdo de aquel hom­ bre del pasado, con su vida ofrecida y sacrificada, sino de ese recuerdo unido a su autentificación divina, a la luz del convencimiento de que el Gólgota no era la última palabra, ya que aquel Jesús tenía en su favor la verdad, la vida, el porvenir» 133. Para un cristiano no hay separación entre Jesús y Cristo. Cristo es el mismo Jesús plenificado. La resurrección demuestra que Jesús tenía razón y que su causa siguió adelante. Este Jesús no es solamente un hombre sino un hombre totalmente asumido por Dios —un hombre- Dios— aunque él ni sus discípulos se percataran de ello totalmente sino hasta después de la resurrección. IV. D e J e s ú s a M a r x También en el seno del cristianismo ha comenzado a operarse un cambio de actitud ante el marxismo. Este cambio de actitud proviene fundamentalmente del reconocimiento por parte de los cristianos de la necesidad de instrumental analítico para desvelar los mecanismos de funcionamiento del capitalismo y de la búsqueda de mediaciones polí­ ticas para superarlo. El marxismo se revela al cristiano revolucionario como la teoría que no sólo analiza la sociedad capitalista sino que pos­ tula, al mismo tiempo, la posibilidad y necesidad de su transformación. Este acercamiento al marxismo ha estado precedido de una indignación ética ante el clamor de los oprimidos traducida en una opción p^or los pobres que al irse radicalizando exige lucidez y búsqueda de eficacia. 1. T ipología d e las a ctitu d es cristianas an te el marxismo El problema de fondo que el marxismo plantea al cristianismo no es otro que el de la toma de posición en favor o en contra del capitalismo, el problema de la revolución. Esta es la opción fundamental que hay que hacer y que determina en última instancia las relaciones marxismo- cristianismo. 133. H. G ollw itzer , Introducción a la edición alemana de Jesús para ateos, 19.

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