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MARX Y JESUS 157 no al Cristo de la fe. Para él Jesús es incendiario y Cristo sólo un apa- gafuego 126. Es imposible reconstruir un cuadro detallado de la vida y obra de Jesús. No puede hacerse una biografía de Jesús a partir de los Evangelios ya que todos ellos están escritos desde la perspectiva de la resurrección, es decir, desde el Cristo de la fe: «La tradición sobre Jesús se fijó desde el punto de vista lite rario en un tiempo en que las tradiciones sobre su doctrina y sobre su suerte eran lo bastante fuertes para prevalecer sobre las tendencias teológicas, pero no tan fuertes que pudiera evitarse toda confusión con ellas. A finales del siglo i los cristianos no se preocupaban de distinguir el mensaje de Jesús de su doctrina sobre él. En esta situación era posible, por el contrario, poner en labios de Jesús ciertas afirmaciones que eran fruto de la situación común y quizá también de los objetivosteológicos de la comu nidad cristiana a finales de siglo. Elmismo Jesús es represen tado con frecuencia de una manera que corresponde más a las concepciones de sus seguidores que a lo que contaba de él la tradición más antigua. La figura de Jesús —como aparece a pri mera vista, sin el estudio de la tradición sinóptica— representa una síntesis de todas las tradiciones y los impulsos de que se ha hablado. De hecho estos datos hacen problemática cualquier certeza absoluta sobre las diversas afirmaciones, parábolas, suce sos. La admisión de esta incertidumbre tiene que situarse al comienzo de toda investigación» 127. Pero Jesús no es solamente una gran figura de la historia de la humanidad. Para muchos —los creyentes— es el centro de su vida y el centro de la historia: «Para millones de personas Jesús es el 'hijo de Dios’, 'el redentor del mundo’. En su elección particular y en su posi ción central en la historia los hombres creen religiosamente... Millones de personas experimentan también a Jesús en relación con la supera ción de sus necesidades, del estremecimiento ante la casualidad y ante la suerte; lo experimentan como aliento en la desilusión de sus ansias de libertad, de un amor no correspondido» 128. Sin embargo hay tam- 126. Cf. Los marxistas y la causa de Jesús, 77 ss. 127. M . M ach o v ec, o . c ., 52-53. 128. Id., o . c ., 55.
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