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MARX Y JESUS 153 «los marxistas de las primeras generaciones estaban casi encan tados, casi 'exaltados’ por el espejismo de un 'salto al reino de la libertad’ (y encontraban allí una gran fuerza y una dinámica que arrastraba, pero al mismo tiempo la posibilidad de graves mix tificaciones, como suele ocurrir en la historia en situaciones seme jantes). Los marxistas del siglo xx, por el contrario, han empe zado lenta y fatigosamente a comprender cuán difícil resulta dar en concreto un solo paso adelante verdadero sin recordar — dis frazados de otra forma— a los demonios del pasado. Ya no se dan saltos; lo han demostrado las mismas posturas críticas frente a otros sistemas de pensamiento. Análogamente, en su tiempo, los primeros cristianos empezaron a no esperar ya para el maña na la venida escatológica del hijo del hombre en su gloria, sino a ir asumiendo lentamente una postura más crítica y más justa frente al mundo que les había precedido. Y fue entonces cuando empezó el d iá lo g o ...» 118. Dos han sido los motivos que han influido en el cambio de actitud de muchos marxistas ante el mundo de la Biblia y la persona de Jesús: 1) la relectura del marxismo, y, 2) el testimonio de algunos cristianos. «E l marxista europeo del siglo xxno encuentra en el marxismo actual modelos e indicaciones claras para los valores espirituales en una socie dad de consumo, ni para una muerte a la medida del hombre en un mundo industrial, ni para los dolorosos conflictos morales ya recorda dos, ni para una mejor comprensión de las tradiciones espirituales ajenas y de sus caminos hacia la humanidad y la felicidad» 119. Los marxistas comienzan a plantearse y a iluminar reflexivamente todos estos proble mas. Por otra parte muchos cristianos han comenzado a mostrar que la religión no necesariamente es alienante: «los que incitaron a milla res de marxistas a considerar la religión de una forma más matizada no fueron ciertamente ni los cristianos 'de la misa dominical’, ni los cristianos por rutina, ni los 'políticos cristianos’, ni los desertores; fueron los cristianos como el papa Juan X X II I o como, en Checoslo vaquia, el teólogo protestante Hromádka. Fueron aquellos hombres profundamente cristianos, que no pudieron ser acusados, ni siquiera por el más rígido guardián de la ortodoxia marxista, de servilismo 118. Id., o . c ., 31. 119. Id., o . c ., 33.
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