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MARX Y JE SU S 141 constantemente, sin que en ello intervenga la voluntad, el conocimiento previo ni los actos de las personas entre quienes se realiza el cambio. Su propio movimiento social cobra a sus ojos la forma de un movi­ miento de cosas bajo cuyo control están, en vez de ser ellos quienes las controlen... La determinación de la magnitud de valor por el tiempo de trabajo es, por tanto, el secreto que se esconde detrás de las oscila­ ciones aparentes de los valores relativos de las mercancías» 83. El fetichismo de la mercancía, o lo que es lo mismo, la apariencia material de las condiciones sociales del trabajo, induce a creer que el valor de cambio es atributo de las cosas y la riqueza es atributo del hombre, que un hombre y una sociedad son ricos y una perla y un diamante son valiosos. Si las mercancías hablaran se expresarían en estos términos: «es posible que nuestro valor de uso interese al hom­ bre, pero el valor de uso no es atributo material nuestro. Lo inherente a nosotras, como tales cosas, es nuestro valor. Nuestras propias rela­ ciones de mercado lo demuestran. Nosotras sólo nos relacionamos unas con otras como valores de cambio» 84. En el régimen capitalista de producción se tiende a reemplazar en la conciencia de los productores el valor de uso por el valor de cambio. De esta manera las relaciones humanas concretas y significativas son desplazadas por las abstractas y universales de vendedores y comprado­ res y en el conjunto de la vida humana se tiende a sustituir lo cualita­ tivo por lo cuantitativo. Este régimen de producción separa al obrero de su producto reforzando así la autonomía de la cosa respecto a la acción de los hombres. Además, hace de la fuerza de trabajo una mer­ cancía con un valor. 2.3.2. El fetichismo del dinero Hay una mercancía que se destaca por encima de las demás por ser la forma equivalencial de las demás mercancías. Tal mercancía es el dinero. «Esta mercancía tiene como función social específica, y por tanto como monopolio social dentro del mundo de las mercancías, el desempeñar el papel de equivalente general» 85. El fetichismo de la mercancía deviene el fetichismo de una mercancía: el dinero. El poli­ teísmo se transforma en monoteísmo. La mercancía dinero es la bestia 83. Id., o . c ., 40. 84. Id., o . c ., 47 . 85. Id., o . c ., 35.

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