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MARX Y JESUS 137 tad» (1842) y «El Evangelio del pobre pecador» (1843). La tesis cen­ tral de su primer libro es la de que la revolución que establecerá la comunidad de bienes, la igualdad social y la fraternidad entre los hom­ bres no es sino el modo de realizar el ideal cristiano primitivo frus­ trado por «la perversión de las potencias y los curas». Su segunda obra contiene una crítica a la sociedad burguesa y un proyecto de reorgani­ zación de la sociedad junto con la tesis de un Nuevo Mesías: «Un nuevo Mesías vendría con el fin de realizar la doctrina del primero. Destruiría el corrompido edificio del orden antiguo, conduciría las fuen­ tes del llanto hacia el mar del olvido, y transformaría la tierra en un paraíso». En «el Evangelio del pobre pecador» intenta probar con más de cien pasajes de la Biblia que «las consecuencias más atrevidas de las ideas progresistas, están en perfecto acuerdo con el espíritu de la doctrina de Cristo... Lamennais, y antes de él Karlstadt, Tomás Münzer y tantos otros, han demostrado que todas las ideas democrá­ ticas no son sino consecuencia del cristianismo. Por tanto, la religión no debe ser destruida sino utilizada en bien de la humanidad. Cristo es un profeta de la libertad, su doctrina es la de la libertad y el amor» 72. Marx reprochará a Weitling su desprecio a un conocimiento científi­ co de la sociedad. A este respecto se ha hecho clásica la discusión que Marx y Weitling tuvieran en Bruselas. Weitling defendía que «no se llegaría a nada mediante abstractos análisis y una crítica desarrollada respecto a los sufrimientos del mundo y las miserias del pueblo». A lo que Marx contestó golpeando furiosamente la mesa: «Hasta el presente la ignorancia no ha servido a nadie... En particular dirigirse en Alemania a los obreros sin tener ideas rigurosamente científicas y una doctrina concreta, se convierte en un juego deshonesto y vano, en una propaganda en la que se supone de un lado a un entusiasta apóstol, y del otro a una multitud de simples imbéciles escuchándole con la boca abierta» 73. En la Circular contra Kriege (mayo de 1846) Marx y Engels fijarán posición frente a esta corriente. Hermann Kriege, hijo espiritual de Weitling, desde el semanario DerVols-Tribune publicado en Nueva York, se erigió en representante de loscomunistas alemanes. Kriege no sólo defendía ideas fanáticas y sentimentales sino que recababa ayuda de millonarios norteamericanos. 72. J. G u ic h a r d , o . c ., 65-67. 73. J. G u ic h a r d , o . c ., 224.

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