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130 ALFONSO GUERRERO del método dialéctico» y de haber terminado por «caer en brazos del enemigo». Paulatinamente Marx se va zafando de dichos lazos: «Par­ tiendo del idealismo que, dicho sea de paso, había confrontado con los datos de Kant y Fichte y que había alimentado llegué a buscar la idea en la realidad misma. Si en otras épocas los dioses habitaron en los cielos, ahora se habían convertido en centro de la tierra» 50. De 1838 a 1841 Marx tiene una doble preocupación: participar a través de la crítica de la religión en el combate contra el Estado pru­ siano y precisar su propia concepción del mundo. En esta segunda pre­ ocupación se inscribe su disertación doctoral sobre «la diferencia entre la filosofía natural de Demócrito y la filosofía natural de Epicuro» 51. 2.1.1. Epicuro El interés de Marx por Epicuro se debió a que a su juicio el mora­ lista griego prefiguraba a los jóvenes hegelianos que combatían con las armas de la razón y de la libertad a la superstición y al irracionalismo religioso. Según Marx la filosofía epicúrea tiene una doble función: la liberación total del espíritu humano de las turbaciones que lo agitan (terror a los dioses, miedo a la muerte, ansia de placeres, pesar por los dolores) y la crítica de la religión. Religión y filosofía son cosas totalmente contrapuestas. La religión es fe, la filosofía razón; la religión es éxtasis u obscurantismo, la filosofía ciencia; la religión es mistificación, la filosofía esclarecimiento; la religión es ignorancia, la filosofía conocimiento. La religión se refiere a lo particular, la filosofía a lo universal, la religión defiende la hete- ronomía ética, la filosofía la autonomía. La religión es inmoralidad, la filosofía nobleza moral. La religión se basa en la servidumbre y el miedo, la filosofía en la libertad y en la alegría 52. Marx coincide con Hume en que convocar a la filosofía ante el tribunal de la religión es como acusar a un rey de alta traición contra sus súbditos. Mientras le quede a la filosofía una gota de sangre en su corazón absolutamente libre y conquistador del mundo, no dejará de gritar a sus oponentes junto con Epicuro: «No aquel que rechaza a los dioses de la multitud es el impío, sino aquel que presta a los 50. T. K udot - C. T ovar , en La crítica de la religión, Lima 1980, 40. 51. Cf. Sobre la Religión, 45-61. 52. C f. T. K u d o -C . T ovar , o . c ., 35.

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