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MARX Y JESUS 123 Es ínsito al cristianismo la separación de lo mundano y lo ultra­ mundano, la vida celestial y la vida terrenal, el más allá y el más acá. El fin esencial de la religión es la ruptura con la materia, con la vida del género: «Si es verdad la vida celestial entonces es mentira la vida terrena; donde la imaginación lo es todo, la realidad es nada. Para quien cree en una vida eterna celestial, pierde la vida todo valor. O mejor dicho, ya lo ha perdido. La fe en la vida celestial es preci­ samente la fe en la nulidad y miseria de esta vida. No puedo repre­ sentarme el más allá sin anhelarlo, sin arrojar una mirada de compa­ sión o desprecio a esta vida lastim osa...»32. 4. Observaciones críticas Las críticas más congruentes a la filosofía feuerbachiana las encon­ tramos en Marx y Engels. Marx resume su crítica en sus célebres «Tesis sobre Feuerbach» de 1845 que constituyen —al decir de En­ gels— el «primer documento en el que se encuentra el germen genial de la nueva concepción del mundo». Según Marx, Feuerbach cae en el mismo defecto del materialismo anterior al concebir la cosa (Gegenstand), la realidad, la sensoriedad bajo la forma de objeto (Objekt) o de contemplación (Anschauung) pero no como actividad humana sensorial, como práctica, sin tener-en cuenta lo subjetivo. Feuerbach utiliza un materialismo puramente contempla­ tivo. En «la esencia del cristianismo» Feuerbach «no comprende la im­ portancia de la actuación 'revolucionaria’, 'práctico-crítica’» 33. En su Tesis IV afirma Marx que Feuerbach se queda a mitad de camino porque denuncia la contradicción religiosa pero no la elimina: «Feuerbach arranca del hecho de la autoenajenación religiosa, del desdo­ blamiento del mundo en un mundo religioso, imaginario, y otro real. Su cometido consiste en disolver el mundo religioso, reduciéndolo a su base terrenal. No se ve que, después de realizada esta labor, falta por hacer lo principal. En efecto, el hecho de que la base terernal se separe de sí misma y se plasme en las nubes como reino independiente, solo puede explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción de esta base terrenal consigo misma. Por tanto, lo primero que hay que hacer 32. Id., o. c .> 200. 33. K. M arx - F. E n g els , Sobre la Religión, Salamanca 1974, 159.

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