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LA FORMACION Y LA RENOVACION DE LA ORDEN 75 interpersonales de amistad, madurez... con dimensión de fe, con un estilo de vida más sencillo (P. 730). Aparte de las comunidades nume­ rosas para ciertas obras, surgen pequeñas comunidades con el deseo de insertarse en barrios modestos o en el campo (P 731). En cuanto a la opción preferencial por los pobres, se dice que es «la tendencia más notable de la vida religiosa latinoamericana» (P 733). La relación con la pobreza de los marginados «que ya no supone sólo el desprendimiento interior y la austeridad comunitaria, sino también solidarizarse, compartir y, en algunos casos, convivir con el pobre» (P 734). Por eso, su pobreza es «una denuncia evangélica de quienes sirven al dinero y al poder, reservándose egoístamente para sí los bienes que Dios otorga al hombre para beneficio de toda la comunidad» (P 747). Con su obediencia «denuncia todo proyecto histórico que apartán­ dose del plan divino, no haga crecer al hombre en su dignidad de hijo de D ios» (P 748). Finalmente su castidad es «testimonio de la alianza liberadora de Dios con el hombre... un signo luminoso de la liberación escatoló- gica vivida en la entrega a Dios y en la nueva y universal solidaridad con los hombres» (P 749). En el apartado de Pastoral Vocacional afirma categóricamente: «América Latina empeñada hoy en superar su situación de subdesarro- 11o e injusticia... necesita de personas conscientes de su dignidad y responsabilidad histórica y de cristianos celosos de su identidad que, de acuerdo con su compromiso, sean constructores de un mundo más justo, humano y habitable, que no se cierra en sí mismo, sino que se abre a Dios» (P. 864). Entre los lugares privilegiados de formación vocacional señala las comunidades de base (P 867) y se recalca que «los jóvenes no pierdan el contacto con la realidad ni se desarraiguen de su contexto social... Todas estas fórmulas deben estar muy vinculadas a la familia y llevar al joven a un compromiso pastoral adecuado a su edad» (P 871). Todo esto se debe complementar con lo que dice sobre la educa­ ción en general: «La creciente demanda educativa plantea a la Iglesia nuevos retos no sólo en el campo de la educación convencional, sino también en otros campos... las amplias posibilidades que ofrece la edu­ cación permanente» (P 1018). «L a educación humaniza y personaliza al hombre cuando logra que éste desarrolle plenamente su pensamiento y su libertad» (P 1025).

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