PS_NyG_1984v031n001p0057_0077

72 CARLOS BAZARRA Pues bien, cuando el IV CPO habla de insertarnos en el pueblo, se refiere a un concepto plebeyo, no un pueblo que abarque todo: jerarquía, aristocracia, clase media y clase baja. Pueblo es fundamen­ talmente en el IV CPO la clase baja. Véase cómo se expresa: «La incul- turación comienza con el pueblo. No puede ser dictada desde arriba. Debe crecer orgánicamente desde abajo» (29). Y dentro de la clase baja, la opción va en favor de los pobres en su acepción más obvia y evidente, los pobres reales, sin atenuantes. La frecuencia era tan insistente que en la versión oficial se han permitido suprimir varias referencias a los pobres para no cansar a los lectores. Las citas siguen siendo abundantes: «urgencia de una mayor iden­ tificación con el mundo de los pobres y oprimidos» (9). «Debemos dar testimonio de una vida fraterna, vivida con el pueblo y para el pueblo, con los pobres y para los pobres» (18). «Encarnar el Evangelio en el mundo mediante la fraternidad vivida como menores entre los po­ bres» (22). «Reafirmamos nuestro compromiso de evangelizar a los po­ bres con una inserción efectiva en medio del pueblo... y el servicio práctico, con hechos, a los más necesitados de entre los hombres» (36). Entre las formas concretas de penitencia indicamos «la participación en la vida de los pobres y el encuentro con los modernos leprosos, es decir, los marginados y los desheredados» (42). Hablando directamente de la formación se establece: «Los herma­ nos sean educados para vivir y trabajar para la gente y entre la gente, prefiriendo y promoviendo aquellas formas de apostolado que corres­ ponden mejor a nuestra minoridad y pobreza» (44). «Durante la forma­ ción inicial puede ser útil para el joven tener un contacto real con la gente necesitada y pobre, a fin de aprender más concretamente a ser y vivir pobre» (45). Una de las finalidades del noviciado debe ser la siguiente: «participación real en la vida de los pobres» (64). El tema de lo popular como característica franciscana está suficien­ temente estudiado y la bibliografía es muy amplia. Entre las publicacio­ nes recientes, puede verse el número 5 4 de Cuadernos Franciscanos de renovación (junio 1981) con varios artículos sobre esta vertiente de nuestra espiritualidad. Dando un paso más, la inserción en el pueblo está en algún modo exigiendo un nuevo tipo de fraternidad que hasta en su misma estruc­ tura refleje la minoridad y pobreza. «Las pequeñas fraternidades son uno de los medios de tal inserción», dice el IV CPO (48).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz