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68 CARLOS BAZARRA algo el término «levadura» o «fermento» se encuentra frecuentemente en nuestras Constituciones cuando se habla de nuestra presencia en el mundo (8), como una presencia callada y humilde, y no el término «luz» que alguien propuso, y que está más ligada a la idea de ostenta­ ción y poder. Se insistió en el testimonio más que en el apostolado, por cuanto el testimonio es común a todo el pueblo mientras que el apostolado implica a la Jerarquía. No hay ningún género de duda de que el primado de la vida fra­ terna se contrapone en el documento al primado de la vida clerical. La vida fraterna se debilita cuando predomina la actividad de carácter mi­ nisterial (19) o «nuestro modo de vivir está organizado en función de las exigencias del ministerio, más que en función del testimonio de vida fraterna. Nos encontramos así ante una comunidad de sacerdotes que se inspiran en la espiritualidad franciscana, más bien que ante una fraternidad de hermanos menores que se esfuerzan por vivir el Evan­ gelio» (20). «Estas constataciones no llevan, evidentemente, a des­ aprobar en modo alguno el ministerio sacerdotal; muestran sin embargo que en muchos lugares ejercemos tal ministerio sin discernimiento sufi­ ciente, de modo que corremos el riesgo de llevar a la Orden hacia una clericalización siempre mayor. Parece que hayamos caído en la trampa de nuestra misma generosidad, la cual nos ha impulsado a responder a las necesidades urgentes de las diócesis sin tener suficientemente en cuenta el carácter propio de nuestra vocación de hermanos menores» (21). Estamos de nuevo en la óptica evangélica. Si antes insistimos según el Evangelio en llamarnos discípulos y no maestros, ahora el IV CPO ruega que «nos acostumbremos a llamarnos todos, sin distinción, her­ manos» (22). La frase de Jesús flotaba en el ambiente: «No llamen a nadie f Padre} sob re la tierra porque uno so lo es su Padre, el del cielo» (Mt 23, 9). Las consecuencias son evidentes: la formación no debe ser clerical, sino fraterna (68) y toda la Orden debe esforzarse por «renunciar al poder» (43) y «exige todo un estilo de vida: un modo de vivir sencillo y la renuncia a cualquier forma de poder social, político o eclesiás­ tico» (44). d) Instancias eclesia les actuales ¿Y las necesidades de la Iglesia? ¿Es que no son necesarios los sacerdotes? Hasta cierto punto.

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