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LA FORMACION Y LA RENOVACION DE LA ORDEN 67 el vocabulario sacerdotal para designar los ministros de la nueva alian­ za... La carta a los hebreos considera a Cristo como el único sacerdote (en el cielo) que posee un sacerdocio nuevo, definitivo, irrepetible, y como a su vez la primera carta de Pedro describe a la Iglesia como una comunidad sacerdotal. Así el vocabulario sacerdotal se aplica explí­ cita y exclusivamente a Cristo por una parte, y al pueblo de los cris­ tianos por otra; pero nunca a los ministros» (M o r in , Cambio estruc­ tural y ministerial de la Iglesia, Bogotá 1979, 72). b) En Francisco de Asís Ciertamente manifestó una gran fe en los sacerdotes (cf. Testa­ mento) pero no sólo en ellos sino también en los teólogos que «admi­ nistran espíritu y vida» (Testamento). No obstante Francisco no quiso ser sacerdote. ¿Se consideraba in­ digno o hay alguna otra razón? Escribe Celano: «Francisco dice al Os- tiense: Mis hermanos se llaman menores precisamente para que no aspiren a hacerse mayores. La vocación les enseña a estar en el llano y a seguir las huellas de la humildad de Cristo para tener al fin lugar más elevado que otros en el premio de los santos. Si queréis que den fruto en la Iglesia de Dios, tenedlos y conservadlos en el estado de su vocación y traed al llano aun a los que no quieren. Pido, pues, Padre, que no les permitas de ningún modo ascender a prelacias, para que no sean más soberbios cuanto más pobres son y se insolenten contra los demás» (Vida segunda, n. 148). En esta misma línea da la primacía a la unidad fraterna, pidiendo a los sacerdotes que renuncien a su poder de celebrar la eucaristía: «Se celebre solo una misa cada día según la forma de la santa Iglesia. Y si hay en el lugar más sacerdotes, conténtese cada uno, por el amor de la caridad, con oír la celebración de otro sacerdote» ( Carta a toda la Orden, nn. 30-32). c) En el IV CPO Ya dijimos que se prefirió evitar la palabra «desclericalización» pero se aceptó íntegramente su contenido: establecer el primado de la vida fraterna evangélica. Nuestro carisma es ser hermano, en plan de igualdad y no de superioridad sobre los demás. Desde los primeros números del docu­ mento se habla de «presencia», «testimonio», «inserción en el pueblo» y se prefiere expresamente el término de levadura o fermento: «Por

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