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APORTACION CIENTIFICA DE LOS CAPUCHINOS. 43 Modesta Rodríguez (Caracas 1940), que había pertenecido a la con­ gregación de las Hijas de María, establecidas en la iglesia capuchina de Las Mercedes (Caracas). Dicha biografía fue muy leída y divulgada entre la juventud caraqueña de los años cuarenta. Pocos años después, el P. Crisóstomo daría a conocer la aleccio­ nadora vida del P. Santos de Abelgas (Caracas, Venezuela 1946), ilustre capuchino misionero del Delta Amacuro, muerto en olor de santidad y pionero de la evangelización de aquellas inhóspitas tierras. El P. Cayetano de Carrocera, además de sus obras de carácter his­ tórico, publicó un opúsculo sobre la Memoria de la Cofradía del San­ tísimo Sacramento de la Iglesia de Nuestra Señora de Las Mercedes (Caracas, Tip. Moderna 1925). Y en el mismo año da a conocer otro librito realmente estimulante: Primicias religiosas de Venezuela (Ca­ racas, Tip. Americana 1925). Al cumplirse los cien años de la muerte del Gran Mariscal de Ayacucho, el mismo P. Cayetano pronunció una conferencia histórica que luego publicaría con el nombre de Ofrenda a la me??ioria del Gran Mariscal de Ayacucho en el primer centenario de su muerte (Cumaná, Renacimiento 1930). Un capuchino, el P. Leonardo de Destriana, que vivió hasta los noventa y seis años, que edificó muchas iglesias a lo largo de todo el territorio nacional y que se distinguió, sobre todo, por sus dotes de catequista, escribió Explicación de la Santa Misa por un Padre Capu­ chino (Caracas, Tip. Moderna 1922). Las Hijas de María llegaron a ser más de tres mil en la iglesia de Las Mercedes. El templo de los capuchinos era una verdadera atrac­ ción pastoral para la juventud femenina de la ciudad de Caracas. Por eso, el P. Odorico de León escribe un grueso libro que pretendía ser como el devocionario oficial y completo de la congregación y lo tituló Ramillete espiritual de la congregante de María (Madrid, Tip. Artís­ tica 1919). El P. Antonino de Madridanos, que pasó muchos años de su vida sacerdotal en Venezuela, fue autor muy prolífico en cuanto a literatura religiosa se refiere. Publicó una Novena a la Virgen de la Valbanera (Caracas, Falcón 1937), imagen muy venerada en El Tocuyo, parroquia confiada a los capuchinos durante muchos años. Con su opúsculo Visita domicilaria del Sagrado Corazón de Jesús (Caracas, Falcón 1937) quiso orientar esta devoción popular. En 1939 daba a la imprenta el que sería su mejor libro. Se trata de Cristo paciente (Friburgo, Herder 1939), serie de meditaciones sobre la Pasión del Señor que fue varias

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