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38 MANUEL DIAZ ALVAREZ Vicario Apostólico, Mons. Argimiro García, un libro que recopilaba los cuentos más importantes de su literatura (Caracas 1971). Gran parte de estos cuentos los había dado a conocer durante años en la revista Venezuela Misionera, que ha sido, para todos los misioneros, el lugar común a través del cual expresaban tanto sus experiencias per­ sonales como las riquezas de la cultura aborigen. Esta colección de cuentos ha sido completada por el P. Julio Lavandero, de manera metó­ dica y minuciosa, ya que ha convivido estrechamente durante más de veinticinco años con los indígenas más apartados de la región. Al igual que el P. Matallana relató sus aventuras misioneras en un libro que tuvo gran difusión, el P. Basilio de Barral publicó Mi batalla de Dios (Vigo 1972), que es una muestra de la historia real, cotidiana, de la labor de los capuchinos entre los indígenas venezolanos. El P. Adolfo Santos, sin duda alguna uno de los mejores conoce­ dores de la pastoral indigenista, ha convivido durante más de una década con los indígenas barí o motilones. Fruto de su estancia es un Vocabulario barí comparado (Caracas, Ministerio de Educación 1978). También ha publicado muchos artículos en revistas nacionales y extran­ jeras sobre los indígenas con los que ha trabajado y sobre misiono- logia y antropología. Muchos otros misioneros han publicado opúsculos sobre motivos indígenas, que forman parte de la abundante literatura que sobre el tema han dado a conocer los capuchinos en Venezuela. Ha sido un complemento necesario de su pastoral cotidiana entre los indígenas. No solamente no han destruido la cultura de estos pueblos, sino que han tratado de rescatarla y darla a conocer al resto del mundo. Si no hubiese sido por su paciente labor de investigación y por su amistad con los indígenas, es fácil que muchas de estas tradiciones se hubiesen perdido hace muchos años. Sobre la actividad misionera de los capuchinos en Venezuela se han escrito otros muchos libros. Haremos referencia a los que consideramos más importantes. El P. Cayetano de Carrocera, quien fue durante más de cincuenta años un historiador conocido en todo el país y apreciado por los mejo­ res intelectuales, cuenta en su haber una larga bibliografía sobre diver­ sos temas históricos. Entre los referidos a las misiones merece la pena citar Memorias para la historia de Cumaná (Cumaná, Tip. Ayacucho 1926) y La Orden Franciscana en Venezuela: documentos para la His-

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