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HISTORIA CAPUCHINA EN VENEZUELA 21 El primer Vicario Apostólico sobrevivió 14 años. Las duras condi­ ciones de vida minaron su salud y murió apenas abandonada la Misión. Una de las aportaciones a la nación de los misioneros capuchinos fue salvaguardar las fronteras. Inglaterra con su clásica e inescrupulosa terrofagia había invadido paso a paso el territorio venezolano. Invasión sistemática y descarada. El Gobierno carecía de recursos para hacer frente a la situación. Los misioneros que llegaron a la región de Santa Elena en 1930 encontraron escuela, pastor y administración inglesa: evidentemente rudimentaria, pero —como pasó siempre— esperando el paso del tiempo para consolidarse y correrse tierra adentro del terri­ torio venezolano. El Gobierno potenció la presencia del misionero como guardián de las fronteras. Un servicio no buscado, pero no por eso menos eficaz. La presencia de los capuchinos en Venezuela estuvo marcada desde el principio por una sólida y continuada actividad científica. La historia y el indigenismo han llenado cientos de páginas rescatando para el futuro datos ciertos que el tiempo puede hacer desaparecer. El primer libro de referencias históricas data de 1918. Una lista de nombres que pasarán a ser clásicos de la historiografía venezolana. Esta actividad no sólo se realiza como contribución personal sino, en muchos casos, por expresa solicitud del Gobierno Nacional. Así el P. Froilán de Rionegro es comisionado para investigar en los archivos de Europa la historia de las misiones coloniales venezolanas. En cuanto al indigenismo, si no siempre con una sistematización científica, pero siempre con una experiencia personal y directa, empezaron a publicarse libros desde 1938 de forma continuada. Al año siguiente se funda la revista «Venezuela Misionera», que irá mensual o bimensualmente, sacando a luz crónicas, datos, reseñas históricas, etc., de forma continua y sistemática. Se ha dicho que para estudiar la historia del siglo xx de amplias regiones de Venezuela hay que pasar por las páginas de esta revista. El mérito mayor ha estado en el interés puesto por los capuchinos en estudiar las culturas indígenas y sus diferentes manifestaciones. De esta forma contamos con una serie de publicaciones ininterrumpidas y de diferentes autores que, incluso, hoy en día, sirven para contrastar el presente de un idioma indígena y su pasado inmediato. En este sentido se ha podido afirmar que el pueblo guarao es el pueblo indígena de América cuya cultura cuenta con mayor número de publicaciones. Algo parecido puede decirse del pemón. Esta actividad

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