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16 ADRIAN SETIEN Por todas esas circunstancias la época colonial de Venezuela fue peculiar y marcadamente diferente al resto de América. También lo fue su evangelización. En ésta intervinieron los capuchinos y los fran­ ciscanos, sobre todo; también los dominicos y jesuitas pero en menor escala. La reforma de la Orden franciscana nacida a comienzos del siglo xvi y bautizada popularmente «capuchinos», represada inicialmente dentro de los límites de Italia, logra asentarse en Europa y da rienda suelta a sus aspiraciones misioneras, latentes desde antiguo pero sin posibili­ dades de realización. No tenía la orden ochenta años de establecida en España cuando se lanza a la evangelización de América. Mediante las influencias de fray Francisco de Pamplona (antiguo capitán del ejército español) se hacen los primeros intentos de establecerse en Venezuela. La Real Cédula del 20 de enero de 1657 abre cauce a la misión de oriente. A ésta seguirán la de 1658, la de 1686 y la de 1691 que darán origen a las Misiones de los Llanos, Guayana y Zulia, respectivamente. La pobreza de las Provincias que luego conformarían la Capitanía Ge­ neral, las intenciones netamente misioneras y la disponibilidad de per­ sonal harían del empeño evangelizador una verdadera gesta: tres cuar­ tas partes del actual territorio de Venezuela fue evangelizado por los capuchinos. Recientes y vigentes los fervores del comienzo de la refor­ ma harían realidad la obsesión por adentrarse en el territorio, desechan­ do sistemáticamente la atención pastoral a los no indígenas y centrán­ dose siempre en las zonas rurales. Entre los muchos testimonios de la labor de los capuchinos españoles en la época colonial cabe señalar el de Humboldt en sus Viajes a las regiones equinociales (T. IV, p. 35): «...Cuando llegué a Upata me sorprendió el movimiento y animación que le daban las gentes que se dirigían a las minas del río Yuruari, y más que todo el adelanto de aquella población, recibido de los misioneros capuchinos. El sistema de civilización concebido y llevado a cabo con heroica perseverancia en el espacio de menos de un siglo por los Padres Capuchinos catalanes había impreso en aquel vasto territorio el tipo de una sociedad que yo no sé si ha existido otra vez, y dudo que se pueda renovar en nuestros días». A partir de 1810, cuando se inicia la gesta emancipadora, comienza también a desarticularse toda la infraestructura. La guerra era clara­ mente un rechazo del poder colonial y sus fuentes estaban en el enciclo­ pedismo francés. Dos elementos que, por lógica, definieron la posición

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