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LA RAZON DE UNA PRESENCIA 11 Tanto A. Setién como M. Díaz ponen en claro la presencia material y espiritual de los capuchinos en Venezuela. Desde un punto de vista material son muchos los años de fecundos trabajos. Su historia detalla­ da difícilmente será escrita alguna vez. Nuestra historiografía actual pre­ fiere las estadísticas, el crecimiento del producto bruto o el aumento de la producción ganadera, agrícola, minera, etc. En estos datos nunca se recogerán el empeño, los proyectos, hasta la misma sangre vertida realmente para promocionar diversos grupos étnicos y poner en explo­ tación miles de kilómetros de tierras que, de haber caído en manos más interesadas, sólo habrían sido calculadoramente esquilmados. También revelan una presencia espiritual. Y muy rica. Pues los capuchinos no se han limitado a ser simples colonizadores, sino agentes eficaces en la creación y promoción de una cultura que ha incorporado las riquezas de la cultura occidental sin destruir las riquezas autóctonas. A este respecto es llamativo que, partiendo de supuestos culturales tan diferentes, prácticamente sin una formación antropológica o sociológica adecuada, hayan logrado los capuchinos de Castilla superar todas las barreras de lengua, cultura, religión, etc., para alcanzar una implanta­ ción tan entrañable entre aquellas gentes venezolanas. La historia de Venezuela tendrá una deuda permanente con unos hombres que, al mis­ mo tiempo que anunciaron la fe, supieron respetar la personalidad de las regiones y de los grupos humanos adonde fueron, recogiendo en sus escritos — son numerosísimos— las manifestaciones características de tales regiones y grupos humanos. Carlos Bazarra, en su colaboración, resalta una de las dimensiones de la presencia de los capuchinos en Venezuela: la religiosa. Una vez que hubo obtenido el doctorado en teología en la Universidad Grego­ riana de Roma, se dedicó en España a la docencia y a la educación de los aspirantes a la vida capuchina. Fruto de estos años han sido sus muchas colaboraciones en revistas eclesiásticas así como algunas obras teológicas, tal como recoge M. Díaz en su colaboración. Actualmente es director de la revista de pastoral Nuevo Mundo y profesor de teolo­ gía en Caracas. Sus preocupaciones educativas y espirituales franciscanas quedan patentes en su trabajo: La formación y la renovación de la Orden, centrado en el análisis de tres documentos: a) el del IV Con­ sejo Plenario de la Orden Capuchina (año 1981); b) el de la I Asam­ blea Latinoamericana Capuchina (año 1980); c) el Documento de Pue­ bla (año 1979).

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