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LA OMNIPOTENCIA DIVINA SEGUN ROGER BACON 421 a la creación: sabiduría, bondad y potencia. Algunas veces hay interfe­ rencias, por ejemplo, cuando se plantea la sabiduría infinita por sus infinitas ideas o ejemplares, su posibilidad se prueba por la infinita potencia. A la inversa, a veces se explica la producción (que corres­ ponde a la potencia) de un efecto determinado, por la infinita sabi­ duría o bondad. Bacon no ve en esto círculo vicioso, porque, no tra­ tándose de denominaciones propias, no se requiere entre ellas una rela­ ción de derivación unívoca, como se exige, por ejemplo, en los siste­ mas de Alberto Magno o Tomás de Aquino, para quienes las denomi­ naciones son propias, aunque analógicas 5. Bacon no trata especialmente de los demás atributos divinos, y se centra exclusivamente en la potencia infinita, de la cual deriva, o por la cual explica, los efectos atribuibles además a los otros predicados. Así, cuando se trata de la sabiduría, se explica que ella consiste en las ideas ejemplares o arquetípicas de todas las cosas creadas y crea­ bles, que Dios tiene en su mente. Pero al cuestionar sobre esta posi­ bilidad, que implicaría un infinito en acto, se demuestra afirmativa­ mente en virtud de la potencia infinita, que puede producir un efecto infinito, como son las infinitas ideas. El planteamiento de la cuestión ya parte de esta obvia falla, pues introduce «efectos» intra-divinos, con lo cual queda malparada la sim­ plicidad. Repetimos una vez más que esto no parece incongruencia a Roger, porque no sostiene la predicación propia. Tertio queritur utrum exemplaria sin finita vel infinita. Quod sint finita videtur: potentia primi est infinita, set ydea vel exemplar est ratio pro- ducendi que sue potentie attribuitur, unde ydea proprie potentie et exem­ plar sapientie correspondent, ergo ydee in ipso primo sunt infinite. Ad 5. Sigue en esto Bacon las ideas de su maestro Grosseteste, para quien los conceptos positivos, aplicados a Dios, deben tomarse como índices o «vestigios» de lo que en sí es inabarcable para la mente humana. Grosseteste, y Bacon, con él, sólo conciben el orden de perfecciones divinas en función de las procesiones benéficas y en relación con las creaturas. Por tanto, los nombres divinos, en la medida de su imposibilidad para nombrar realmente a Dios, se aplican equívoca­ mente. En cambio, para San Alberto y Santo Tomás, la predicación es análoga, en cuanto dice positivamente y con verdad algo de Dios, pero lo que dice no puede entenderse en el mismo sentido que aquél según el cual ese mismo térmi­ no se aplica a las creaturas. Cf. F. R u ello , Les 'noms divins} et leurs Kraisonsy selon S. Albert Le Grand, commentateur du 'De divinis nominibus’, Vrin, París 1963, 124 ss; también del mismo autor: La Divinorum Nominum Reseratio selon Robert Grosseteste et Albert le Grand, en Arch. Hist Doctr. Litt. M A. 34 (1959) 99-197.

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