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LA OMNIPOTENCIA DIVINA SEGUN ROGER BACON 429 est secundum suam potentiam, relinquitur ergo quod tantus erit amor Patris ad Spiritum Sanctum sicut Filii ad eundem. Quare oportet quod a Padre producatur tam Spiritus Sanctus quam Filius (Opus Majus VII, Moralis Philosophia I; ed. Bridges II, pp. 231-232). En el texto transcrito se aprecia claramente la infinitización de todo lo que se predique de Dios, atributo, operación, relación. Pero en todo caso, la elaboración queda siempre relacionada con la potencia: el amor es infinito porque lo es la esencia y la potencia. Diríamos entonces que, aun en una perspectiva cristiana, la infinitud corresponde principal­ mente a la potencia, que casi se identifica con la esencia, y derivativa­ mente se predica de los otros atributos o acciones divinos. Un tercer problema surge al considerar los dogmas cristianos de la supervivencia del alma y la resurrección corporal. Sobre todo esto último suscita cuestiones de interés filosófico que se intentaban res­ ponder desde el marco filosófico aristotélico, aunque no siempre con fortuna. La objeción más impactante a la posibilidad de la resurrección corporal es que parece implicar una contradicción: por una parte se afirma, y así es, que la vida corporal acaba con la muerte, y con ella se extingue también el compuesto; por otra se pretende que, produ­ cida la resurrección, vuelve a existir el mismo compuesto, específica y numéricamente. Y si bien la especificidad parecía más aceptable, la identidad numérica producía serias dudas. Por lo demás este tipo de cuestiones ya se planteaban en la física al considerar la unidad de una forma accidental que se pierde y se readquiere, por ejemplo, el color o la cantidad. Grosseteste había ideado una solución ingeniosa, pero que funciona en su sistema metafísico de la luz fluyente y permanen­ t e 8. En cambio Bacon se limita a aducir la potencia infinita divina como agente suficiente. Hay aquí un remoto y firme antecedente de 8. Grosseteste explicaba la unidad subyacente a la diversidad de estados, distinguiendo un aspecto permanente y otro transeúnte, siendo el primero produ­ cido por la permanencia de la base lumínica (actualidad o energía) de todas las cosas. Un párrafo significativo del Commentarius in Octo Physicorum es el si­ guiente: «Stat igitur albedo eadem luce sua carnis substancialis stante eadem, licet fluat secundum lucem carnem fluentis. Albedo enim est lux multa clara, incorporata in perspicuo posita. Si igitur interrumpatur continuitatis car­ nis fluentis et stet lux carnis substancialis et sic iam non sit albedo actu redeat actu, redeatque iterum lux carnis fluentis. Nonne pari ratione erit alendi eadem rediens que mansisset eadem?» (Ed. R. C. Dales, University Colorado Press, 1963, 112). 7

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