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400 ERHARD-WOLFRAM PLATZECK ción de los Evangelios procede ciertamente de Jerónimo (347-420)— dice «(panem) supersubstancialem» (pan sobresustancial). Una antigua versión siríaca (según Nestle syrc) traduce «perenne/externo» (pan). Otra (sy(p)h) «necesario» (pan). Todos los exegetas convienen en que el adjetivo «epiousios» puede formarse de dos verbos distintos: 1) de «epiénai» - 'seguir’ 2) de «epieínai» - 'sobreser\ Kittel tropieza aquí con la iota (i) intermedia. Pero, como no se trata de ningún participio de infinitivo, la iota no ha de ser un impe­ dimento insalvable para el significado de «sobresustancial». Por lo demás, parece que el mismo Jerónimo ha mantenido una opinión varia. Porque, en el texto de Mateo utiliza el término latino «supersubstantialem», como he dicho. Habla, pues, de un pan «sobre- sustancial» (aunque mejor diría «sobreesencial»). En el paralelo texto de Le 11, 3, el mismo Jerónimo dice, sin embargo, «nuestro pan de cada día»: «panem nostrum quotidianum». Con todo, «epiousios» no quiere decir, de suyo —cotidiano— de cada día. Porque, si se le deriva de «epiénai» debería traducirse literalmente por «siguiente» (pan). Si se traduce así se diría que en el Padre nuestro pedimos el pan del día siguiente. En todo caso, no deja de ser llamativo el hecho de que, en una plegaria tan sencilla, haya que andar pensando cómo entender correctamente la palabra «epiousios». Incluso conocedores del griego, como los primeros cristianos de lengua griega, encontrarían dificulta­ des en la plegaria, si no se les explicaba esta sencilla palabra. La sim­ ple palabra «cotidiano» aparece, frente a una expresión tan rebus­ cada como «epiousios», demasiado ordinaria y manida. Por otra parte, al traducir el «epiousios» por «siguiente» —que sería lo propio—, refiriéndolo al pan siguiente, daría a la petición del pan un significado inadecuado. Si es que de verdad y en forma clara se tratase aquí del pan material. Por lo demás, con esa traducción el deseo de pedir el pan de cada día, ¿no estaría fuera del contexto general del Padre nuestro ? Porque las otras peticiones expresan deseos puramente espirituales. A esto suelen responder los exegetas: un hombre hambriento no puede orar convenientemente o, al menos, no puede pedir algo tan espiritual como lo que se pide en las otras peticiones del Padre nuestro. Con ello se pone, en primer término, el pan material. El cumplimiento de esta petición sería el presupuesto para las otras peticiones, puramente espi-

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