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382 MANUEL GONZALEZ GARCIA tener conciencia mística o creadora de su acción, al estar sometido a la necesidad26. Kierkegaard y Nietzsche pretenden una reforma capital del hom­ bre y del mundo, pero por caminos distintos. Kierkegaard aparece como pensador solitario, generado en una cri­ sis nacida del miedo a la perdición y de la conciencia del pecado. No le interesa la salvación del mundo, sino de la persona, sin intermedia­ rios, cara a cara con Dios. Y, por ello, «su gran verdad es la vieja ver­ dad luterana de la salvación por la fe; su originalidad es la de sus análisis existendales» 27. Nietzsche rompe esta orientación solitaria de pensamiento en varios frentes: 1 ) En el modo de llevar a cabo la reforma se preocupa del mun­ do y su gobierno. Quiere cambiarlo mediante una transmutación de valores que, a su vez, daría origen a nuevas leyes. Un mundo nuevo sólo puede nacer de nuevos valores, de una nueva ética, lo que com­ porta la destrucción de los valores anteriores 28. 2) El agente del cambio histórico es el individuo heroico. El héroe también está aislado (como en Kierlegaard), pero su aislamiento nace de su misma misión, no de razones religiosas (pecado, condenación, etc.), contrarias a la naturaleza. Con todo, el héroe, desde su aisla­ miento (que nace de su condición única de vidente del bien y del mal, de seductor y de dirigente de los hombres, de iniciador de una nueva época), «mantiene relación con el universo entero, y su mensaje va dirigido a los hombres. Por esto siente una necesidad de «expresar por amor la verdad que nos colma de alegría. Se trata de experiencias personales, que no estamos obligados a comunicar; pero el embeleso que de ellas mana nos obliga a hacerlo» 29. La idea de la historicidad de Heidegger está unida a su doctrina de las forma de existencia: la existencia auténtica y la inautèntica. Esta sería la forma de existencia del hombre masa; es «una forma gregaria de la existencia, una forma de sumisión a lo anónimo, lo cual se pre­ senta con vaguedad, pero con fuerza tiránica, como lo común, lo habi­ tual, lo consagrado por mediocre y usual. Ante esta coacción parece 26. HE 205. 27. HE 204. 28. Ibid. 29. Ibid.

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