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ORTEGA DESDE SU CIRCUNSTANCIA 381 abstracción hegeliana, frente a la especulación de la razón absoluta, se elevan los hechos contingentes, mudables, libres, de la grandeza de los héroes, que no cumplen ninguna misión histórica encadenada o un principio universal que rija la historia. El héroe es «ese fenómeno histórico de concentración en una idividualidad de todas las potencias creadoras del hombre. No importaría tanto la cosa que se creara, cuanto la fuerza que se puso al servicio de la creación. Esta, o la acción, se justifica a sí misma por su grandeza» 23. Por eso, la historia debe ser estudio de la vida de los héroes, sus protagonistas, que no tienen justificación por su relación a los hom­ bres, a la masa. La historia se justifica por la vida misma, sublime y constructora, dinámica, de los héroes 24. El Conde de Gobineau quiso establecer un conocimiento científico de la historia frente a una interpretación arbitraria de la misma. Para ello recurrió a la ciencia que entonces existía: la ciencia natural. El principio explicativo de la historia sería la raza, un principio biológico y, por ello, irracional. Ya no es el individuo, el héroe, sino la raza el motor de la historia, y el individuo o nace dentro de la raza privile­ giada o nunca alcanzará la categoría de héroe. Ya no hay desigualdad entre los hombres sino entre las razas: «El valor de las razas supe­ riores se asienta en el contraste que su obra histórica presenta con la de las razas inferiores, y se afirma en su desprecio por éstas y la con­ fiada seguridad en sí mismas que ellas sienten y en su propia superio­ ridad. Resulta ahora que la grandeza de una acción histórica no depen­ de del individuo que la lleva a cumplimiento, sino de la raza a que este individuo pertenece»25. En la doctrina de Marx parece el individuo, pero su actuación no guarda relación alguna con la del héroe. El individuo no puede ser nunca protagonista de la historia, aunque realmente trabaje y luche por un mundo nuevo. Su actuación es objeto de una «previsión científica», pues está condicionada por la necesidad de una ley interna del desarro­ llo histórico: la evolución económica. Por eso, el individuo no puede 23. HE 208. 24. Carlyle convierte la historia en biografía, coincidiendo en esto con Dil­ they. En cuanto se contrapone al proceso dialéctico, necesario, de Hegel y Marx, Carlyle entronca con Nietzsche v Kierkegaard (cf. HE 207-208) 25. HE 209. 4

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