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378 MANUEL GONZALEZ GARCIA En el segundo caso habría que señalar el tono asertórico de sus escritos en el que cada palabra parece la «última palabra» y que E. Nicol no sabe si atribuir a una cierta incapacidad para la entrega que lo distancia de los demás haciendo imposible el diálogo o a su modo de comprender las cosas como por iluminaciones súbitas, al margen de dudas: «en el conjunto de sus afirmaciones se nota la falta de unas negaciones acaso posibles, acaso compensadoras de una seguridad exce­ siva. Esto quiere decir que Ortega no ha sido un filósofo dialéctico; quiere decir, además, que esta opacidad de su mente ante los juegos estructurales de la dialéctica real y de la dialéctica lógica le impidieron gozar de lo más apasionante que hay en la aventura del pensamiento» 13. También acusa falta de simpatía en su sentido del humor, que «pro­ pende con demasiada facilidad al desdén y al sarcasmo, y no está sua­ vizado por la sonrisa, que es cordial y conciliadora» 14. Ortega filósofo Una lectura apresurada de la obra filosófica de Ortega puede llevar a la confusión o a la fragmentariedad de ideas e influjos de otros pen­ sadores sobre su personalidad. Para E. Nicol, Ortega nunca llegó «a formular una teoría estable, rigurosa y coherente, bien hilvanada» 14, aunque también admite una evolución en su pensamiento, detectable tanto en la sucesión de temas como en el influjo de diversos pensadores. El tema filosófico que puede ser calificado como central (E. Nicol llega a hablar de «una idea vocacional» de Ortega) es la vida, valor que siempre fue afirmado por Ortega: «La idea de la vida fue en su pensamiento la idea solar. Pero quien estudie la obra de Ortega en conjunto, y no solamente de vez en cuando algún trabajo suelto, adver­ tirá probablemente que la persistencia del tema de la vida revela, por así decirlo, una especie de perseverancia en la discontinuidad. Y esto no se debe tanto a una vigencia intermitente de la idea misma en el pensamiento del autor, cuanto a la actitud interior que éste adopta frente a ella. Esta actitud no es interrogativa, sino más bien afirma­ tiva» 16. 13. FH 272. Cf. también 246. 14. FH 246. 15. HE 311. 16. FH 271-272. Cf. también FH 127 y HE 311-312.

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