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ORTEGA DESDE SU CIRCUNSTANCIA 395 Nicol, la calificación de «didáctica vital» w, «instrumento de acción» 81, para reformar las relaciones del yo con el mundo en la circunstancia personal82. Para tal programa de acción propugnaba Ortega un ambiente opti­ mista, vital, en el que la vida confería valor a todo cuanto tocaba e incluía en su seno. Pero este moralismo se convirtió en desgraciado amoralismo al convertir un medio —la vida que se cualifica por lo que hagamos de ella— en un fin — la vida sin más que realmente no es criterio alguno de moralidad83. Amargamente se queja E. Nicol de las diversas concepciones orteguianas de la vida y sus consecuencias cuando escribe: «La confusión de géneros hubiera podido descontarse como una mera cuestión formal si las ideas de ideología que formula­ ba el pensamiento circunstancial no hubiesen contribuido, ellas mis­ mas, a la confusión. Con esas ideas y estas confusiones era imposible que se constituyese una nueva paideia española y una nueva aristeia» M. Otro fallo de la didáctica vital de Ortega se halla en la ostenta­ ción y el protagonismo del yo en su pensamiento85, con lo que su 80. FH 128. 81. FH 131. 82. Así escribe E. Nicol: «Como filósofo moralista, como pensador que siem­ pre está diciendo a los demás lo que hay que hacer, y regañándolos por lo que no hacen, Ortega presenta desde sus mocedades una cualidad que luego va per­ diendo...» (FH 128. Cf. también 131, 246, 276). Unido a este tema (y sólo aludimos al mismo) está la inclusión de Ortega dentro de lo que E. Nicol denomina la «sofística» (cf., por ejemplo, HE 314). La época sofística, y la doctrina sofística, se distingue por defender que «no hay criterio objetivo que permita resolver sus divergencias (entre las expresiones subjetivas), y hay que apelar a otros recursos que son irracionales. La filosofía misma se hace pragmática. La acción substituye a la contemplación, la sabidu­ ría se somete a la utilidad, la teoría se evalúa con criterio prático, la verdad depende del éxito» (Verdad y expresión, en Revue Internationale de Phílosophie 16 [1962] 9). En la p. 16 de este mismo artículo califica a las épocas sofísticas con los nombres comunes de subjetivismo, sensualismo, relativismo, perspectivis- mo, pragmatismo. Este juicio sobre la filosofía de Ortega provocó la reacción de algunos discípulos orteguianos, en concreto la de J. Gaos. Puede verse E. N ico l , Diálogo de filosofía entre el, autor y el crítico, en Filosofía y Letras 22 (1951) 172-175, que es respueta a J. G aos , De paso por el historicismo y existencialis- mo. Parerga y Paralipomena, en Filosofía y Letras 22 (1951) 130 ss. 83. HE 314. Cf. también FH 128-130. 84. FH 124. 85. E. Nicol constata la deficiencia que supone la intrusión del personalismo en filosofía. Pero, también es cierto que tal protagonismo del yo le hubiera ser­ vido para ser un buen escritor de memorias (cf. FH 240),

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