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394 MANUEL GONZALEZ GARCIA esperándose un rápido y beneficioso desarrollo, semejante al de las otras ciencias75. Tres grandes filósofos llenan el período cronológico a que aludi­ mos: Eugenio d’Ors, Unamuno y Ortega. Los tres se ocuparon de un mismo tema ético: «de la situación de España, del sentido de la vida y de la vida española en particular»76. Pues bien, comparando el balance de la filosofía con el de las otras ciencias (biología, arqueología, historia, física, literatura, etc.), E. Nicol manifiesta su desencanto por la posibilidad perdida. Y apunta una cau­ sa: la falta de carácter de nuestros filósofos. «Por carácter ha de en­ tenderse, tratándose de pensadores, el estilo y el sentido, el «modo de ser» de un pensador en tanto que pensador, sus intenciones gene­ rales y, por ende, el tipo de influencia que vaya a ejercer» 77. La acción de nuestros filósofos hubiera debido dar respuesta a las necesidades que existían en España, para mostrar una nueva forma de vida que, en su concierto, en su orientación, en su disciplina, hiciera frente a la crisis, la desorientación, la frivolidad, la pérdida del sentido del orden78. Esta benéfica acción filosófica hubiera supuesto un cambio del ethos de la comunidad. Pero E. Nicol, desde la experiencia y la historia consumada, se lamenta del fracaso de la filosofía en general, al cons­ tatar amargamente la guerra que marcó la vida española: «no se pudo evitar la terrible prueba del fuego que fue la tragedia de 1936; pero ¿quiénes pudieron, de un lado y de otro, durante la tragedia y después de ella, evocar en común una filosofía española que tuviese ejempla- ridad moderadora; que permaneciese en lo alto, como un vínculo po­ sible; que lograse humanizar la lucha, por respeto de cada uno a su misma dignidad; que atenuase las consecuencias de la victoria, fuese cual fuese el bando que la alcanzara?»79. Dejando de lado este fracaso general de la filosofía, E. Nicol se detiene también en el análisis concreto de la filosofía orteguiana para señalar sus fallos en lo que hubiera debido ser su tarea concertadora. Ortega pertenece por sus escritos y por su intención a los pensado­ res españoles de cuño moralista. Su filosofía recibe, en la obra de E. 15 . FH 121. 76. FH 122. 77. Ibid. 78. Cf. FH 122-124. 79. FH 124-125.

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