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342 MIGUEL G. ESTRADA fuera una sociedad anónima o una simple referencia comercial: los religiosos serían, en esta hipótesis inadmisible, como simples números de libreta de ventas, como fichas asépticas en una lista de trabajadores. Pero eso quiere decir también, en un plan ya positivo, que la comu­ nidad religiosa implica agrupaciones suficientemente enriquecedoras, implica interrelaciones saciativas a nivel de personas, implica donacio­ nes y entregas mutuas que presuponen unos requisitos indispensables en la misma composición del grupo religioso. Desde luego pienso que la comunidad religiosa debe ser una verda­ dera comunidad simplemente a nivel de grupo, desde una perspectiva simplemente sociológica. Ahora bien, esto vale tanto como decir, dejan­ do a un lado otras posibles vertientes del tema4, y fijándome solo en un aspecto que me parece definitivo para lo que aquí pretendo exa­ minar, que la comunidad religiosa debe ser numéricamente un grupo adecuado, un grupo normal desde el punto de vista socio-estadístico. Porque cualquiera sabe que sociológicamente hablando no todas las comunidades humanas, a nivel de simples grupos de personas numé­ ricamente contables, reúnen las condiciones imprescindibles para ser grupo humano válido. Hay comunidades muy grandes —macrocomu- nidades— y hay comunidades muy pequeñas —microcomunidades— . Y, en la vida religiosa en concreto, ambos tipos de comunidades pre­ tenden ser comunidades religiosas auténticas, auténticas también como simple grupo humano. Pero, ¿lo son? ¿cómo debe ser la comunidad religiosa a nivel de número para ser grupo válido sociológicamente ha­ blando? Ya se entiende que es frívolo pretender contestar a esa pre­ gunta ofreciendo o presentando cifras taxativas, matemáticamente exac­ tas. Y es frívolo porque esa cifra, en todo tipo de grupos humanos, y 4. Ya se entiende que, por ejemplo, no vamos a detenernos aquí en la defi­ nición erudita de grupo humano en clave sociológica, según el sentido más am­ plio de esta expresión; sería ésa una tarea demasiado larga. Sí quiero enumerar, aunque sea a nivel de simple nota, algunas citas que nos ayuden a distinguir lo que quiero expresar cuando hablo de grupo humano sociológicamente válido. Esas características serían las siguientes: en un grupo humano tiene que darse, nor­ malmente, una cierta proximidad física entre quienes lo componen; esa proximi­ dad, por lo demás, no debe ser efímera sino durable. Además; entre quienes forman un grupo humano se debe dar intercambio de signos expresivos. Por otra parte, los miembros de un grupo humano están motivados, en su unión, por la consecución de unos mismos fines. Finalmente un grupo humano es tal porque entre quienes lo forman se crea una estructura de relaciones —un status, unos puestos— voluntaria y consciente... Pienso que, muy en esquema, esos serían los ingredientes fundamentales del grupo humano en perspectiva sociológica.

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