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COMUNIDADES RELIGIOSAS CON CAPACIDAD. 371 una intercomunión de fe. Pero es la oración un momento privilegiado y directo para esa comunicación o comparticipación. Y, entonces, la comunidad religiosa debe compartir su oración. Y haciéndolo así se capacita también — al conectar con aspiraciones fundamentales de és­ tos— , para recibir a posibles aspirantes. Tal vez habría que insistir en esto con fuerza. Lo digo porque hoy muchas comunidades religiosas cavilan buscando las formas para que quienes lleguen a ellas encuen­ tren lo que tienen derecho a recibir, muchas comunidades religiosas se interrogan sobre cómo hacer para ser campo abonado donde crezca naturalmente la semilla que cae en él. Pienso que para conseguir eso hacen falta muchas cosas. Pero creo que, sobre todo, se necesita esto: la comunidad religiosa necesita orar en común-unidad, necesita convivir su experiencia de Dios, necesita compartir su oración; así, la comuni­ dad religiosa tendrá capacidad para recibir nuevos candidatos. c) Comunidades cultivadas Sería éste otro punto que, en mi opinión, es también importante para todo grupo de religiosos que pretendan recibir aspirantes con garantías de acierto. Y en el que habría que insistir actualmente. Cierto que el grupo de personas consagradas tendrá que estar definido por esas características que acabamos de enumerar; también deberá estar adornado por otras que no he mencionado. Pero creo que actualmente el grupo religioso deberá preocuparse especialmente por formar una comunidad religiosa cultivada si quiere impactar vocacionalmente. Y deberán perder puntos en la jerarquía de valores de la comunidad motivaciones que en otros momentos históricos significaron mucho. Hoy, por ejemplo y a nivel vocacional, no sacia en absoluto — aunque siga interesando, claro está— , el que la vida religiosa se desarrolle según el tinglado jurídico más perfecto. Ni interesa — para continuar perte­ neciendo a ella— , el que la comunidad religiosa se consagre a repro­ ducir gestos y tradiciones sacralizados por el uso. Determinadas motiva­ ciones comunitarias no entusiasman de ninguna manera; y otras entu­ siasman muy poco. Ilusiona mucho, y anima a permanecer dentro de ella, el que la comunidad esté formada por un grupo de personas refi­ nadas. Naturalmente ya se supone que las palabras cultivado, refinado, selecto, etc., que uso aquí, se deben comprender en un sentido amplio y generoso. Yo llamo cultivada a la comunidad de consagrados que,

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