PS_NyG_1983v030n003p0339_03740410

COMUNIDADES RELIGIOSAS CON* CAPACIDAD. 341 Finalmente quiero decir que lo que sigue está escrito por alguien que se fija, por instinto gremial y de familia, en el franciscanismo, en la vida franciscana. Ya se me dispensará por esta reducción y parcia- lización del tema; soy franciscano y no puedo prescindir de lo que soy. Pero tengo la esperanza, por lo demás, de que todo o casi todo lo que aquí diga será aplicable a la vida religiosa en general. Yo, por lo menos, así lo creo. Y, entonces, las alusiones concretas franciscanas, dejadas caer aquí y allá, serán como meros ejemplos o citas que admi­ tirán un trastrueque fácil y generalizador: donde se ponga franciscano se podrán poner indistintamente, sin violentar la idea, las siglas de cualquier instituto religioso. Y hecha esta aclaración de propósitos, adentrémonos ya en el estu­ dio del problema. I.—HABLAMOS DE COMUNIDAD RELIGIOSA Desde luego hablo aquí de la capacidad de llamada y acogida que tiene la comunidad religiosa. Porque, naturalmente, cabría hablar del religioso aislado, del religioso que como persona concreta interpela vocacionalmente con su vida, que llama y acoge a nivel personal. Pero no trato de eso aquí. Es la comunidad religiosa en cuanto tal, el grupo de convocados por Cristo a encarnar un proyecto evangélico particular, lo que me preocupa e interesa en lo que sigue. Y en este sentido, refi­ riéndome a la comunidad religiosa que posiblemente llame y acoja, se me ocurre insistir antes de nada en dos vertientes del problema igual­ mente fundamentales. 1. La comunidad religiosa como un grupo sociológicamente válido Quizás esta afirmación pudiera parecer, de buenas a primeras, una simple perogrullada. Y, entonces, podría pensarse que no tiene sentido el hacérsela. Personalmente, no opino así. Entiendo que porque tiene sentido —y mucho sentido— es necesario afirmar claramente, y como un punto de partida imprescindible, esto: la comunidad religiosa para que tenga capacidad de llamada y acogida, tiene que ser precisamente, y antes de nada, simple comunidad verdadera, grupo humano auténtico y no ficticio. Quiero decir con esto, en un plan negativo, que a la comunidad religiosa no se la puede contemplar, por ejemplo, como si

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz