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360 MIGUEL G. ESTRADA que es mejor» 20. Como creo también que hay muy pocas comunidades tan refinadas como aquéllas con las que soñaba el P. Couesnongle cuan­ do aconseja: «debemos escuchar a los jóvenes si queremos compren­ der los nuevos problemas y esto tanto en descubrimiento como en las soluciones a apo rtar»21. Uno está convencido de que la mayor parte de las comunidades religiosas no están dispuestas sinceramente a aceptar las soluciones a los problemas que puedan llegar de los jóvenes. Y, la verdad, tienen su justificación relativa esas reticencias de la comunidad clásica. ¡Se ha canonizado y universalizado tanto y durante tantos siglos el papel de la experiencia como elemento de sabiduría y de «gracia»! Si la veteranía es un grado, según dice el argot militar y según ha repe­ tido siempre la sociedad, ¿cómo es posible que Dios se salte el esca­ lafón y dicte órdenes a través de criterios de imberbes? A lo más — en algún grupo especialmente evolucionado— , a los jóvenes se les permi­ tirá proponer problemas, pero, ¿que los jóvenes propongan soluciones a los problemas, interpreten autorizadamente el carisma? No, eviden­ temente; para la mayor parte de las comunidades religiosas es inimagi­ nable, o al menos improcedente, que sean los criterios precisamente de los jóvenes los que tengan valor. Y, no obstante, si no siempre tiene por qué ser correcta la visión del mundo — de la vida religiosa muy en concreto— , y la solución a las cuestiones tal como las entienden los jóvenes — quizá en ocasiones sí lo sea— , lo que será siempre sen­ sato es que los mayores tengan una amplia capacidad de escucha y aceptación frente a las maneras de ver de los jóvenes, que las comu­ nidades religiosas se dejen interpelar con todas las consecuencias por los jóvenes. Ahora bien, urge advertir que la comunidad religiosa que no sea flexible, y en concreto flexible a las maneras de ser y ver de los jóve­ nes, no llamará a nadie a la vida religiosa y, consecuentemente, se estará 20. Regla de San Benito, cap. III, 3. 21. V. de Couenongle, o. c., 172. El mismo Padre Couesnongle, teorizando sobre lo que debe ser la vida religiosa hoy, escribe en otra parte: «En el mundo en que vivimos no hay nada conquistado definitivamente. Aprender recetas, afe­ rrarse a conclusiones ya adquiridas no son solución para el día de mañana. Es imprescindible, desde los primeros años de la vida religiosa, adquirir un método de pensamiento y de acción que capacite para ver las cosas en su novedad. Es decir, es necesario adquirir el método que capacite para inventar, para descubrir los nuevos problemas, para crear nuevas perspectivas y para abrir nuevas rutas, a medida que van apareciendo nuevas situaciones y problemas» (cf. Nuevo Mun­ do , 1981, n.° 94, 317).

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