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COMUNIDADES RELIGIOSAS CON CAPACIDAD. 357 Por lo demás, aquí habría que acudir — a la fuerza de llamada que brota de toda comunidad religiosa que es consecuente con su caris- ma— , para, por ejemplo, explicar ese fenómeno de subyugación y atrac­ ción vocacional llamado Teresa de Calcuta. Cualquiera sabe que esa mujer, a nivel de ideas, no dice nada nuevo; ella se limita a repetir insistentemente los grandes slogans presentados por Cristo en el Evan­ gelio. Pero, entonces, ¿por qué interpela? ¿por qué Teresa de Calcuta arrastra tras sí a cientos y cientos de jóvenes que quieren seguir sus pasos? Creo que es sencilla, y hasta evidente, la contestación: porque, además de tener muy claro lo que pretende, porque además de hablar un lenguaje que entiende todo el mundo, Teresa de Calcuta y sus mu­ jeres encarnan, viven el mensaje que predican. Insistamos, entonces, en que es innegable el poder de reclamo que ofrece la comunidad religiosa que es ejemplar a todos los niveles. Ha­ ciendo suyo el pensamiento de muchos otros, el Secretariado General de Formación Capuchina afirma tajantemente: «Nadie pone en duda que el factor decisivo para descubrir y atraer las vocaciones sea el testimonio de nuestra vida, observada de cerca por los jóvenes» 18. Efec­ tivamente, es cierto que la comunidad religiosa que vive a un alto voltaje humano y religioso tiene poder para impactar a cualquier per­ sona de la edad que sea y, en particular, para impactar a los jóvenes. No obstante me parece — y con esto relativizo enormemente la con­ clusión citada del Secretariado General de Formación Capuchina— que no convendría crearse demasiadas ilusiones tampoco 19. Quiero decir: la comunidad religiosa con capacidad potencial de llamada porque es ejemplar — la única, por lo demás, que tiene esa capacidad— , sólo im- 18. Secretariado General de Formación Capuchina, La promoción vocacional , Sevilla 1980, 86. 19. No es éste el lugar para tratar el tema del indiferentismo religioso de, en concreto, los jóvenes. Pero creo que es el momento de dar un toque de aten­ ción sobre ese indiferentismo fundamental si se quiere entender el problema de la ausencia de vocaciones jóvenes para la vida religiosa. Y es que a mí me pa­ rece que gran parte de los jóvenes de hoy entran dentro de esta descripción de Charron: «Frente a otros no creyentes que no han querido cerrar definitivamente el debate sobre Dios, éstos son indiferentes no sólo al cristianismo, sino a toda búsqueda y a la misma interrogación religiosa... Es el nivel más radical de dis- tanciamiento, pues quedan eliminados prácticamente no sólo los pasos prelimina­ res de una búsqueda de Dios en clima cristiano — la interrogación fundamental es una coordenada integrante del proceso existencial del acto de fe— , sino tam­ bién la búsqueda de sentido previa a toda búsqueda religiosa o trascendental» (A. C harron , Les divers types de distants: Essais de clarification, en Nouveau Dialogue, 1975, abril, 3-9).

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