PS_NyG_1983v030n002p0237_02560410

EL PECADO ORIGINAL: PERSPECTIVAS TEOLOGICAS 245 En el plano de la teología sistemática habría que decir: la ausen­ cia de un adecuado concepto de «naturaleza» y de «sobrenatural» y de sus relaciones mutuas, es una de las causas por las que tanto Agustín como Pelagio enturbiaron, notablemente (aunque inevitablemente, en aquella época), el tema de la redención, la gracia y la situación del hom­ bre «natural» ante ellas. Los dogmas básicos que había que salvar eran: absoluta necesidad del Salvador y de su gracia, absoluta impotencia so- teriológica del hombre. Agustín pensó que no podían salvaguardarse si no se afirmaba que el hombre es concebido en pecado «original». Fundaba en la previa situación pecadora tanto la necesidad del Re­ dentor como la impotencia soteriológica del hombre. Y no es así. Am­ bos hechos provienen, radicalmente de la gratuidad = sobrenaturalidad óntica de la Vida eterna a la cual está llamado el hombre. Por su con­ dición creatural le es absolutamente imposible al hombre, excede to­ do su ser y dinamismo la Vida divina a la que fue elegido. Por eso, incluso antes de que pueda ser pecador, independientemente de que lle­ gue a serlo, tiene necesidad absoluta del Salvador, está en absoluta in­ capacidad para obtener la Salvación. Todo esto es claro sólo para aque­ llos que analizan el concepto de «sobrenatural» elaborado por la teo­ logía católica desde la edad media y luego, en polémica contra baya­ nos, jansenistas, protestantes. Si se utiliza bien el concepto de sobre­ natural (prescindamos de la palabra) resulta ya del todo inconveniente hablar del p. or. para poder salvaguardar el dogma de la necesidad de la Gracia o el otro, no menos importante y correlativo, de la impo­ tencia soteriológica del hombre. Es ésta una idea en la que he insistido en otros trabajos anteriores referidos al tema del p. or. Porque —co­ mo razón teológica y prescindiendo de «posibles» apoyos en la Escri­ tura— el grande y sólido argumento de Agustín a favor del p. or. era el de la necesidad de la Gracia y de la correlativa innegable incapaci­ dad soteriológica del hombre. Es un argumento de gran seriedad teo­ lógica y el único que merece aducirse. Pero, falla por la base: por su visión radicalmente hamartiológica de la actual economía de Salvación. Que lo primero no es el pecado, sino la llamada gratuita de Dios; una visión, por tanto, radicalmente caritológica y cristocéntrica, frente a otra hamartiológica y adamocéntrica. Más adelante volveremos a «ma­ chacar» sobre este tema, tan olvidado por los que hoy teologizan so­ bre el p. or. ¿S egu im os hablando del "pecado original” ? La pregunta es inevi­ table, difícil de responder, importante 7

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz