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EL PECADO ORIGINAL: PERSPECTIVAS TEOLOGICAS 253 cia la teoría del p. or. ha prestado excelentes servicios a la fe cristiana. Ha ayudado a los creyentes —teólogos y pueblo llano— para la de­ fensa, intelección y vivencia de dogmas cristianos tan básicos como estos: — La necesidad absoluta que todo hombre tiene de ser redimido por Cristo. Necesidad que no se puede relativizar, como lo demuestran las discusiones habidas en torno a María concebida sin p. or.; pero redi­ mida en forma eminentísima/perfectísima. En correspondencia con el anterior dogma cristológico hay que hablar de la radical y absoluta ne­ cesidad de la gracia para obtener la salvación. — Como verdad correlativa e indispensablemente coafirmada dentro de las anteriores tenemos ésta: la incapacidad soteriológica del hombre, que reviste, por su parte, las cualidades de radical, universal, absoluta­ mente insuperable para el propio hombre. — La connatural pecaminosidad (no p ecado ) e inclinación al mal inhe­ rente al ser humano. La cual lleva consigo la presencia de esa «necesi­ dad moral» del pecado omnipresente y omnioperante a lo largo, ancho y profundo de la historia de la humanidad. Dicho esto ocurre preguntar: ¿es que para mantener la perfecta ortodoxia y perfecta ortopraxis de aquellas verdades es indispensable seguir recurriendo a la teoría del p. or.? A mi modo de ver no es ne­ cesario, en modo alguno, al nivel de desarrollo en que hoy se encuentra la teología católica al respecto. Ya hice alusión al hecho de que el correlato de la necesidad de la redención de Cristo y de su gracia no es el pecado humano. La verda­ dera correlación con la necesidad del Salvador la establece el hecho de la absoluta incapacidad soteriológica del hombre. Ahora bien, la «in­ capacidad soteriológica» del ser humano no proviene de su condición de pecador real. Radica en algo más profundo: en su condición creatu- ral, si la consideramos en referencia a la Vida eterna que es para él estricta y absolutamente sobrenatural ; es decir, pura gracia y liberali­ dad de Dios. A nivel de los razonamientos teológicos a favor o en contra del p. or., la noción de sobrenatural, cultivada por la teología católica des­ de la edad media hasta hoy, es la clave para resolver lo que De Lubac llama la «paradoja del ser humano» (a vista de teólogo): que, llamado a la vida eterna es, sin embargo de tan mísera natural condición, que le es absolutamente imposible conseguir la Vida por sí mismo. Y ello

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