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252 A. VILLALMONTE escolásticos vieron con claridad que la principal necesidad de la gracia viene de la sobrenaturalidad del fin —de la graciosa libertad divina y de la impotencia creatural humana— ; no de que previamente esté uno en pecado. Por eso, aunque se niegue que el hombre nazca en p. or. no se le exime de la necesidad absoluta de la Gracia. San Agustín ad­ quirió méritos como doctor de la redención y de la gracia. Pero, para defender la Gracia, no necesitaba magnificar el p. or., como lo hizo. 3.° La necesidad del bautismo en lo s niños se fundó, durante si­ glos, en el hecho de que nacían con p. or. y había que limpiarles de él, si habían de salvarse. En la misma línea hay que decir: la necesidad del bautismo y la justificación de la praxis de conferir a un niño no está en el pecado que tenga, sino en los motivos de orden "caritológi- co )}, positivo: para incorporarlos a Cristo, donarles el Espíritu, incor­ porarlos a la Iglesia visible, para darles el nuevo ser, para que renaz­ can a la vida de hijos adoptivos de Dios. Aunque en los niños, como en los adultos, la colación de la gracia redentora de Cristo tenga tam­ bién una dimensión preservativa contra la «fuerza del pecado del mun­ do» que los circunda y sitia. 4.° Hay, por fin, un argumento que llamaríamos de índole fenome- nológico-experimental, atendido el punto de partida. Todavía en nues­ tros días lo formulaba así el Vaticano II: «cuando examina su cora­ zón (el hombre) comprueba su inclinación al mal y se siente anegado por muchos males, que no pueden tener origen en su santo creador» (GS 13). Esta experiencia del mal es la tierra madre de la que han brotado los mitos incontables sobre una caída originaria. También el símbolo cristiano de Adán y su pecado originante. Admitido su valor innegable como símbolo y mito en el sentido noble de la palabra, tam­ bién es clara su inconsistencia como argumentación teológica. Nadie puede aceptar hoy día que los sufrimientos, la muerte, la alienación humana, la inclinación al pecado (concupiscencia) aparezcan en la his­ toria porque un antiguo pecado hizo perder a la humanidad un enso­ ñado estado paradisíaco. 2 .—El pecado original: una teoría innecesaria. Al iniciar la explicación de este enunciado quiero dejar constancia de un hecho histórico innegable: durante los quince siglos de su vigen-

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