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la autoridad eclesiástica, no encontró mejor medio para salvaguardar dogmas básicos como la necesidad del Salvador, de su gracia, la efi­ cacia del bautismo infantil, la impotencia soteriológica del hombre y la condición pecadora innata que acudiendo a una doctrina aceptada por todos: que el hombre nace en pecado original. — En la actualidad, el teólogo católico, cambiada la «circunstancia vi­ tal» en que ha de hablar de aquellos dogmas básicos, el horizonte cul­ tural general, el contexto religioso-teológico y eclesial, no siente ya ne­ cesidad de acudir a la teoría del p. or. para defender ningún dogma básico del cristianismo. Por tanto, el p. or. se ha tornado una teoría científico-teológica innecesaria y, por los motivos que hemos apuntado, insostenible dentro del contexto de la fe cristiana. Tal como hoy la vive la Comunidad de los creyentes. c) No hay razonamiento teológico que, desde principios indudables de nuestra fe, nos lleve lógicamente a formular la teoría del p. or. co­ mo una «conclusión teológica» segura. Este razonamiento teológico se ha venido ofreciendo bajo diversas formulaciones a lo largo de la historia. Ninguna de ellas parece con­ vincente a la teología actual. 1.° Todo hombre tiene la necesidad absoluta, insuperable, de ser redimido por Cristo. Ahora bien, proseguía Agustín, ¿de qué ha de ser redimido el hombre sino del pecado? Y los niños ¿qué otro peca­ do pueden tener sino el p. or.? Luego, si no queremos poner a los niños fuera de la zona de influencia de la redención de Cristo, hay que admitir en ellos p. or. Aquí, desde un dogma indudable, se llega a conclusiones falsas. La razón radical de por qué todo hombre nece­ sita de la redención de Cristo no es, en primer término, porque sea pecador; sino por que, dada la sobrenaturalidad de la Vida eterna a la que es llamado — es decir la gratuidad absoluta por parte de Dios y la desproporción connatural del hombre respecto a ella— no puede alcanzarla sino por la gracia del Redentor. Creer que la necesidad ra­ dical del Salvador viene del pecado previamente existente fue la equi­ vocación que padecieron los maculistas de los siglos x i i i - x i v al negar la concepción, sin p. or., de María. Duns Escoto hizo ver lo falso de tal argumentación. También lo es en nuestro caso. 2.° En forma proporcional se argumenta desde la necesidad absolu­ ta de la gracia para salvarse. Pero ya Sto. Tomás y todos los grandes EL PECADO ORIGINAL: PERSPECTIVAS TEOLOGICAS 251

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