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El pecado original: perspectivas teológicas Bajo este título acaba de aparecer un libro del padre A.-M. Dubar- le l. El interés del P. Dubarle por el tema del pecado original viene de lejos. Ya en 1958 aparece la primera edición de su obra «E l pecado original en la Escritura» 2. Fue una de las buenas aportaciones al pro­ blema por los años en que la vieja creencia comenzaba a ser sometida a una crítica que no ha cesado de endurecerse hasta nuestros días 3. En las páginas que siguen voy a tomar el libro del P. Dubarle como texto y como pretexto para hacer algunas reflexiones sobre el enconado tema «pecado original» (Abreviado: p. or.). En una primera parte, el estudio de Dubarle me servirá de texto: ofrezco una «recensión» am­ plia del mismo, acompañada de breves glosas y observaciones estrecha y objetivamente adheridas al texto mismo. En otra segunda parte me permito reasumir el libro del P. Dubarle como pretexto para ofrecer alguna reflexión personal sobre el tema «pecado original». Tema que, como a A.-M. Dubarle, también a mí me ha preocupado durante dece­ nios 4. 1. A.-M. D u ba r le , Le péché originel. Perspectives theólogiques. Paris, Ed. Du Cerf 1983, 180 pp. Abreviamos PO, en el texto. 2. A.-M. D u ba r le , Le péché originel dans l’Écriture, Paris 1967. Trad. es­ pañola Madrid 1971. Primera ed. francesa 1958. 3. A. de V illa lm o n te , El pecado original. Veinticinco años de controversia (1950-1975), Salamanca 1978. 4. Para no sobrecargar de citas este breve comentario al libro de Dubarle, me permito indicar al lector otros trabajos por mí publicados sobre el pecado ori­ ginal. Además de informar y ahorrar espacio tendrán otra ventaja: lograr que tantas afirmaciones tajantes y redondas, como parecería hacer e:te comentario, no sean tales, ya que están muy matizadas y morosamente justificadas en estos tra­ bajos: Universalidad de la redención de Cristo y pecado original, en Estudios Franciscanos 74 (1974) 4-45; La teología del pecado original y el dogma de la Inmaculada, en Salmanticensis 22 (1975) 25-58; Qué "enseña” Trento sobre el