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EL BAUTISMO, INICIACION Y CAMINO DE LA. 207 ¿Cuál es el simbolismo bautismal? Desde luego habla mucho, una y otra v,ez, de regeneración, de nuevo nacimiento; pero sin descuidar la idea de la ablución o purificación: «así como el agua limpia y purifica la suciedad del cuerpo y de los vestidos; así también el bautismo limpia y purifica las manchas del alma y las impurezas de nuestros vicios y pecados» (c. 6). «Pero lo que se llama propiamente la causa de la institución del bautismo es la renovación (interior) de la mente para que el hombre, viejo y envejecido por el pecado, se renueve por la gracia del bautismo, lo cual implica abandonar los vicios recibiendo el don de las virtudes. Es así como se hace cada uno de nosotros nuevo, hombre nuevo, cuando, desterrados los pecados, es interiormente equipado por las virtudes» 19. No es, pues, negativa, la imagen de madurez cristiana y perfección que tiene San Buenaventura: «no basta para ello desterrar la fealdad del pecado, sino que se requiere el don de las virtudes con las que se obtiene el adorno del alma; y éste es el efecto o realidad a que nos quiere llevar este sacramento, así es como hay que entender la pureza interior» (no de una forma puramente negativa: ausencia de pecado)20. Todavía cabe preguntar más: ¿qué es lo que nos abre las puertas del cielo? En el fondo y en definitiva, ni la circuncisión ni el bautismo en sí, sino el hecho de que antes de estos sacramentos y como fundantes de éste y los demás sacramentos, está el ofrecimiento que Cristo hizo —y hace— de su vida, la oblación de su vida como hostia salvadora, el sacrificio y la comunión de Cristo Salvador con el Padre y con todos nosotros. He aquí nuevamente y claramente expresado el origen de los sacramentos desde el único Sacramento de salvación que es Cristo Jesús. Para saber cuál es el simbolismo del bautismo, San Buenaventura recurre principalmente al texto de la carta de San Pablo a Tito, allí donde se nos dice que «él nos salvó... por medio del lavacro de rege­ neración y renovación del Espíritu Santo, que él derramó sobre nos­ otros con abundancia por medio de Jesucristo nuestro salvador» (3, 5-6). A lo cual añade San Buenaventura como comentario suyo que «el agua purificadora es signo de la gracia que purifica por dentro, y la ablución es signo (eficaz) de la limpieza in terior»21; bien entendido, añade, que toda purificación y limpieza interior no se hace sin el don de la gracia. 19. Ibid., c. 9. 20. Ibid., c. 9, al final. 21. Ibid., d. III, pars I, art. 1, q. 1 conclusio.

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