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224 JOSE LUIS LARRABE Más razonable y más de acuerdo con la voluntad salvífica de Dios, universal, está y es que allí donde fue posible la extensión del pecado original a los niños sin el consentimiento libre de su voluntad, les sea aplicable con mayor posibilidad la ayuda de la redención de Jesucristo, según aquello de San Pablo de que «donde abundó el pecado, sobre­ abundó la gracia» (Rom 5): «Por Adán vino el pecado; por Cristo, la vida; pero no es menos poderoso Cristo que Adán, y la gracia se difunde más que el pecado; luego si Adán pudo viciar a los niños sin su consentimiento, mucho más pudo salvarlos el sacramento de Cristo», dice San Buenaventura textualmente 106. La posibilidad teológica del bautismo de los niños viene dada, a juicio de San Buenaventura, por estos tres factores: el mérito de la pasión de Cristo, la fe de los demás (fe de la Iglesia) y de esta manera en virtud del sacramento 107; en él, la misericordia de Dios y la im­ potencia del niño se encuentran y produce el Señor esta regeneración del niño frágil o del adulto también frágil en este sentido ya que nadie se incorpora a Cristo por sus fuerzas, sino que es Cristo quien incor­ pora, el que actúa con precedencia absoluta en todo caso y en toda edad 108. Además en la Iglesia, comunidad de fe y caridad, hay una gran posibilidad de solidaridad, de comunicación de fe: la fe de unos y su voluntad bautismal ayuda a otros, a los niños, también a los hijos de los demás según doctrina de San Buenaventura 109. El niño, dice, no es todavía capaz de doctrina («capax doctrinae») pero sí «capaz de la gracia» («capax gratiae») como ha sido capaz de contraer los efectos negativos del pecado original no: texto éste que conviene citarlo hasta el fin: «aunque no significa al niño (no le está hablando a él mismo todavía por ser niño), significa (habla) a otros la gracia que concede al niño». Cuando se está, pues, bautizando a niños, Dios está hablando a padres, padrinos y comunidad creyente sobre el significado de lo que está haciendo con el niño: incorporándolo a Cristo y a la Iglesia: salvándolo concediéndole la gracia. 106. Ibid.: «per Adam peccatum, per Christum vita: sed non est minus potens Christus, quam Adam, et gratia magis se diffundit quam culpa: ergo si Adam potuit eos vitiare sine consensu, multo magis salvare eos potuit sacramentum Christi». 107. Ibid., a. II, q. I, conclusio. 108. Ibid. 109. Ibid. 110. Ibid.

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